¡Bitcoin en tiempos de caos: división y censura que nadie te contó!

Bitcoin es como un paro en medio del desmadre que vivimos, una manera de ponerle paños fríos a este mundo que está bien dividido. Mientras los que mandan se ponen cada vez más abusivos con la censura, Bitcoin se planta firme, sin jefes ni reyes, echando pa’ delante con reglas claras y sin mamadas.
Desde hace rato la cosa está bien fea: guerras, broncas políticas, y un coraje en internet que está para explotar. Familias rotas, tierras hechas un desastre, y chamacos que solo piensan en venganzas que van a ir cagando a las siguientes generaciones. Todo se está partiendo y la neta, ya da un poquito de miedo pensar en lo que viene.
Vivimos en una especie de novela negra que, a fuerza de repetirse, se volvió común. Y eso me pone incómodo, porque nadie debería acostumbrarse a tanto drama. La velocidad del mundo no perdona, y lo malo se riega más rápido que nada. Ya casi ni platicamos con respeto, mejor nos tiramos indirectas y los algoritmos solo nos enseñan lo que queremos escuchar, no lo que necesitamos. Leemos menos y gritamos más.
Claro que hemos creado cosas bien chidas con la tecnología, pero al mismo tiempo nos hemos vuelto más fastidiosos, menos pacientes y menos tolerantes. El caldo de cultivo ideal para que las broncas de poder se sigan haciendo más grandes.
En medio de este desastre, Bitcoin es como encontrar un oasis en el desierto. Es un recordatorio de que otra forma de hacer las cosas sí se puede. Un sistema que no depende del humor de uno o dos compas, sino de reglas firmes que no cambian solo porque “hoy me da la gana”. Algo para mantenernos con los pies en la tierra, sin perdernos en el ruido ni en las tentaciones.
La política, la religión y hasta algunos líderes funcionan a veces como ese hermano gritón que te da un control desconectado y te hace sentir que mandas, cuando en verdad él tiene el poder real. Muchos caemos en ese juego, pensando que debemos escoger un bando sí o sí, sin detenernos a cuestionar que tal vez, los dos lados se están dando en la torre por igual.
Mucha gente necesita pertenecer a algo, a un grupo con nombre y todo, para darle sentido a su vida. Eso es normal, pero la clave está en preguntarnos para qué buscamos esa pertenencia.
Otra guerra más silenciosa y menos visible es la que pasa con la info digital. Mientras caen bombas en el mundo de verdad, hay un bombardeo de datos en redes que pocas veces analizamos bien. Como dijo Netanyahu, las armas ahora están en las redes sociales: TikTok, X y demás triques digitales que manejan lo que vemos y cómo lo vemos.
Y no solo eso, los gobiernos tienen herramientas cada vez más chidas para vigilar, censurar y perseguir a cualquiera que ose molestar. Bloquean redes, apagan apps, vetan gente de países… un rollo bien oscuro que apenas comienza.
Mucha gente piensa que eliminando al “bando contrario” todo se arregla, pero la historia demuestra que eso nomás empeora las cosas. En Irak, después de que cayó Saddam, la violencia no paró; surgieron mil “Saddams” nuevos. En Siria, un exterrorista ahora anda de traje y corbata en la ONU, y no deja de ser un recordatorio de cómo el poder cambia de cara pero no de juego.
Bitcoin, en cambio, es una idea diferente. No hay líderes a los que seguir ni a quienes suponerles buenas intenciones. No hay riesgo de adoración a la persona, porque Satoshi Nakamoto ni siquiera anda por ahí mostrándose; dejó una idea sin dueño, fuerte y libre.
Si estás leyendo esto, tienes acceso a info digital y eso ya te pone en ventaja. Puedes ver el panorama completo y darte cuenta de que muchos “salvadores” solo quieren mantenernos en la misma bola. La política tradicional es un juego donde la neta, hay muchos intereses y poca limpieza. De esos juegos, Bitcoin sale con un estilo totalmente distinto: sin jefes, sin fundaciones, sin corrupciones, sin campañas de desprestigio, sin armas… una política chida, transparente y voluntaria.
A este sistema no le importa quién eres, de dónde vienes, qué crees o qué te gusta. Eso suena muy simple, pero hoy en día es como encontrar un rayo de luz en la oscuridad.
Recuerda que Bitcoin nació en plena crisis financiera del 2008, cuando el sistema económico estaba por caer a pedazos. Desde ese día, ha aguantado golpes y sigue en pie, una resistencia ante un sistema que cada vez parece más distante de la realidad.
Todo puede parecer medio oscuro, pero la onda es que como individuos tenemos el poder de cambiar. El mismísimo Elon Musk dijo que el gobierno es básicamente irreparable. Si alguien con tanta lana y poder admite eso después de intentarlo, qué nos queda a nosotros.
La buena noticia es que Bitcoin no es solución mágica, pero sí una herramienta para mantenernos honestos, para cuestionarlo todo y para ponernos pilas con lo que queremos cambiar. Es un faro en el desmadre de info falsa y juegos de poder, una protesta pacífica, sin líderes visibles, sin violencia, sin discurso oficial.
Esa es una batalla digna en la que vale la pena meterle. Ya está aquí, sólo falta que más banda la conozca y se suba al barco.
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