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La historia de Bitcoin siempre ha estado bien pegada a su precio. Cada vez que sube o baja, ¡todos están al pendiente! Eso ha hecho que Bitcoin sea famoso por ser súper volátil y una inversión de alto riesgo. Mucha banda piensa que su triunfo real será cuando su valor se vaya por las nubes, convirtiéndolo en la inversión más chida de la historia.

Pero no es solo eso, no. El precio ayuda a entender qué onda, pero no es lo más importante para que Bitcoin sea un éxito de verdad. La verdadera chamba de Bitcoin es que todo el mundo lo use como tecnología y herramienta financiera, no nada más como un jueguito para ganar dinero rápido.

La fama de Bitcoin viene mucho por la especulación. Todos quieren agarrar algo que suba de precio, desde grandes empresas hasta la cuatacha que ahorra poquito. Pero esto no basta para que algo dure chido. No se puede construir algo sólido solo con la idea de que el precio subirá; tiene que tener un valor real para que la gente lo use por lo que es.

Para que Bitcoin crezca de verdad, tiene que dejar de ser solo un activo especulativo y convertirse en algo útil para la banda común y corriente. Su valor neto está en ser una reserva de valor confiable, una forma de pago rápida y barata, y una tecnología que está cambiando el sistema financiero mundial.

La banda empezará a usar Bitcoin cuando lo elijan no por pensar que va a subir de precio, sino porque les late lo que ofrece. En un mundo donde la inflación hace que el peso valga menos cada día, Bitcoin aparece como una opción bien padre: descentralizado, con una cantidad limitada de monedas y sin un jefe que pueda manipularlo. Ideal para quienes quieren cuidar sus varos.

Además, Bitcoin sirve para hacer cambios sin tanto rollo, sobre todo en lugares donde el banco no ayuda o las transferencias internacionales son tardadas y caras. Las personas que lo usan para mandar dinero a la familia o comprar cosas en internet están echándole más ganas a la adopción que los que nomás quieren venderlo caro.

Obvio, la especulación empieza el movimiento, pero para que crezca bien tiene que haber gente que lo use en serio. Esos usuarios que pagan, ahorran o envían lana con Bitcoin están creando una demanda genuina, una que no depende de que el precio se ponga loco.

Mientras más gente se sume, la red de Bitcoin se fortalece. Hay más liquidez, las transacciones son más comunes, y la confianza sube. Esto permite que la especulación sea más sana y duradera. Si todo fuera solo ganas rápidas, la primera baja haría que todos corran y el precio se desplome. Pero si hay más usuarios que usan Bitcoin porque les sirve, el precio no se va a caer tan fácil.

Aunque la historia se centre en la adopción para que Bitcoin brille, la especulación también ayuda. Cuando el precio sube mucho, todos voltean a verlo y se preguntan qué onda con eso. Las noticias de ganancias locas y debates sobre si subirá más animan a la gente a investigar y probar Bitcoin.

Así que la especulación no es mala onda, sino como un megáfono que hace que más personas conozcan lo bueno de Bitcoin: la descentralización, la seguridad y la libertad financiera. Por eso, el precio no sólo mide cuántos varos hay, sino que también jala más usuarios.

Piensa en un artista nuevo que de repente se vuelve famoso. Sus cuadros empiezan a venderse caros porque la gente cree que se van a revalorizar. Eso es especulación. Pero para que eso dure, la gente tiene que realmente gustarle el arte, el talento y la calidad. Si no, la burbuja se revienta.

Lo mismo pasa con la tecnología. Apps que prometen algo único atraen usuarios, y con esa base sólida llegan los inversionistas que quieren ganar más. Sin esta base de usuarios, la especulación no camina. Para Bitcoin, usarlo como forma de pago y reserva de valor es lo que le da fundamento y hace que su precio, aunque suba y baje, tenga una base real.

Aviso: Todo lo aquí dicho es solo información, no un consejo para invertir. Siempre investiga bien y piensa antes de meter tu lana en cualquier cosa.