¡La opinión de Adam Back que está revolucionando y partiendo en dos a toda la comunidad bitcoiner!

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La economía de Colombia está en un momento clave. Los precios siguen subiendo y el Banco de la República, que es como el “Jefe” de la lana en el país, decidió ponerle freno subiendo las tasas de interés. Esto ayuda a que la inflación no se descontrole, pero también trae un chorro de preguntas: ¿hasta cuándo vale la pena frenar el crecimiento para controlar los precios? Esta duda no solo ronda en las oficinas del gobierno, también en las conversaciones diarias y en los negocios.

La idea del Banco es clara: la inflación afecta más a la banda que menos tiene, porque cuando suben los precios, su poder para comprar se va al suelo. Para controlarla, suben las tasas, lo que encarece los créditos y hace que la gente y las empresas gasten menos. Así, la economía se enfría y los precios bajan un poco, aunque esto también hace que todo avance más lento.

Con estas subidas, las empresas se ponen más pensativas para invertir o expandirse, y eso puede significar menos empleos. Las familias también sienten el golpe: créditos hipotecarios o de consumo salen más caros y no pueden endeudarse tan fácil para comprar cosas o hacer proyectos. Sectores como construcción, comercio e industria manufacturera son los primeros en sentir cómo va bajando la demanda. Así, aunque se controla la inflación, el crecimiento se desacelera.

El rollo de la inflación en Colombia no es por capricho, viene de varios lados: problemas con las cadenas de suministro mundial, alimentos y energía más caros, y eventos políticos que traen lío. Además, acá el gasto del gobierno y la fuerte demanda interna también meten su granito de arena. Por eso, el Banco de la República está firme en cuidar la estabilidad de los precios, que es su chamba principal.

Mantener tasas altas es como decir: “Nosotros no vamos a dejar que la inflación se nos vaya de las manos, aunque eso signifique un crecimiento más lento en lo inmediato.” Que la gente confíe en el Banco es súper importante para que la inflación no se desboque, porque si creen que el Banco va a cumplir, todo es más fácil de controlar.

Pero ojo, esta estrategia tiene sus riesgos. Poner las cosas muy duras puede hacer que la economía se enfríe más de lo esperado, y entonces, podríamos enfrentarnos a una etapa de poco crecimiento y más desempleo. Aquí está el dilema bueno: ¿qué es más importante, que los precios se sostengan o que la economía siga creciendo? Las dos cosas son clave para el bienestar, pero conseguirlas al mismo tiempo se vuelve complicado.

Aunque mucha gente cree que subir las tasas es la única salida, hay quienes piensan diferente. Dicen que si la inflación viene de cosas que el Banco no puede controlar con la tasa, como precios internacionales o problemas en la oferta, entonces podría estar frenando mucho el crecimiento sin atacar la raíz del problema. En ese caso, la solución más chida sería que el gobierno use subsidios o apoyos para ayudar a la gente más vulnerable, mientras se deja que la economía siga su curso.

Esta visión dice que no hay una sola receta mágica, sino que hay que trabajar con varias herramientas y reconocer que la política monetaria tiene límites, sobre todo en este mundo tan loco y cambiante. La verdadera estabilidad estaría en que la economía pueda adaptarse y seguir creciendo incluso cuando los precios se mueven.

Colombia no es nueva en este tipo de retos. Ha pasado por mucho: conflictos internos, problemas sociales y un montón de obstáculos que ha ido superando con esfuerzo. Esta situación es otro capítulo más en su historia de resistencia y lucha. El Banco de la República está demostrando que aquí no se juega: hay seriedad para enfrentar los problemas de frente y con madurez.

Colombia sabe lo que es enfrentar crisis y salir adelante con ingenio y ganas. Este nuevo desafío económico es otra oportunidad para mostrar que, aunque la historia tenga golpes, el país siempre quiere levantarse, innovar y buscar un mejor futuro. La verdadera fuerza está en su gente y en su gana de seguir adelante pese a todo.

Ojo: lo que leas aquí no es un consejo financiero ni para que vayas a hacer inversiones sin chiste. Toda decisión con lana tiene sus riesgos, y es tu chamba investigar bien antes de lanzarte.

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