¡Increíble! Ballenas aprovechan la caída y se llevan 16,000 bitcoins como si nada

La Reserva Federal de Estados Unidos, o la “Fed” para los cuates, está en el ojo del huracán con un debate bien intenso. La neta, su herramienta estrella, la tasa de interés, es lo que trae a todos bien atentos: desde los de Wall Street, políticos, hasta empresarios. La pregunta del millón es: ¿bajará las tasas para echarle una mano a las empresas que andan apretadas o se quedará firme con lo que trae? Entender qué mueve a la Fed es clave para saber qué onda con la economía.
Ahora mismo, pedir dinero prestado está carísimo, gracias a que la Fed subió las tasas para frenar la inflación. Esto hace que empresas y gente común paguen más caro los créditos. Para las empresas, esto es un rollo porque les cuesta más hacer sus planes, crecer o hasta pagar sus deudas. El billete se pone más difícil de conseguir, y eso puede frenarlas o hasta tumbarlas si son nomás y se aferran.
Las empresas están presionando duro. Los jefazos de negocios que necesitan inversión y crecer dicen que bajarle a las tasas es urgente para que la economía prenda de nuevo. Dicen que si aflojan un poquito, habrá más dinero circulando, las empresas salvarán chamba y se pondrán creativas otra vez. En la bolsa, los inversionistas también quieren tasas bajas porque eso hace que las acciones suban y el desmadre financiero se anime.
Los grandes empresarios y políticos meten presión porque para ellos la economía fuerte es jajaja prosperidad y estabilidad. Para calmar los nervios y sacar sonrisas, un recorte rápido de tasas se ve como la solución mágica. Pero la Fed sabe que no puede dejarse llevar solo por esto, porque su chamba es mucho más seria que nada más ayudar a las empresas ricas.
La Fed tiene un doble mandato: controlar la inflación y mantener empleos chidos y constantes. No está para hacerle gusto a Wall Street ni a los políticos. Su misión es cuidar que la economía dure y no se desmadre a largo plazo.
Si la inflación sigue dando lata, bajar las tasas podría hacer más daño que bien. Si aflojan y la gente gasta y apuesta fuerte, los precios podrían subir aún más y entramos en un choque de inflación que nos afecta a todos, chavos y grandes. Por eso, la Fed debe ser independiente y aguantar la presión. Si los bancos centrales se dejan manipular por políticos o empresarios, pierde sentido la confianza y la economía puede caerse a pedazos con problemas graves, como la moneda bajando de valor o inestabilidad que afecta a todo el país.
La política monetaria es cosa seria y peligrosa. La Fed debe checar los números bien de cerca: empleo, precios, gasto de la banda y datos al día. Si baja las tasas muy pronto, sin que la inflación esté bajo control, puede desestabilizar todo y nadie va a confiar en ellos.
La historia nos ha enseñado que cuando los bancos centrales hacen lo que les dictan políticos o empresarios para estar “chidos”, termina en desastre. Se relajan las reglas, salen burbujas y luego revientan. Por eso, la Fed debe seguir libre para tomar decisiones técnicas, no para caerle bien a nadie. Así puede hacer lo que sea necesario, aunque no guste, para que la economía no se venga abajo.
Aunque parece que la Fed no quiere bajar tasas para pelear contra la inflación, hay otra mirada. Tal vez, bajar las tasas no sería para “salvar” a empresas en broncas, sino para prevenir que la economía caiga más duro.
En ese rollo, la Fed no se raja ante la presión, sino que se prepara porque ve que la economía va mostrando señales bajonas: menos crecimiento, trabajos flojos y menos inversión. Bajar las tasas en este punto no sería para consentir, sino para suavizar un aterrizaje duro que ya parece venir.
La Fed quizá decida que el riesgo de una recesión grave es más peligroso que un poco más de inflación, y prefiera actuar para proteger empleos y mantener las cosas en orden, que no es poco.
La neta, la Fed está en medio de un tira y afloja: las empresas y los inversionistas quieren alivio en las tasas, pero la Fed tiene que cuidarse de no perder de vista su misión de controlar la inflación y mantener la estabilidad. Si se deja llevar por intereses privados, se pone en riesgo su independencia y podrían salir malas jugadas. Pero un recorte no siempre es “agarrarse bien”; a veces es una jugada inteligente para evitar que la economía se caiga de verdad.
Así se prenden los focos en la Fed, tratando de encontrar el balance justo para que la economía no se vaya para abajo ni se queme con la inflación. ¡Ahí la lleva!
Respuestas