¡Prepárate! Secretario del Tesoro predice que las stablecoins explotarán hasta 3,7 billones de dólares para 2030

Miren, una empresa no es más que un equipo con un objetivo claro: crear cosas chidas, productos o servicios que a la raza le interesen. Su misión es satisfacer esas necesidades y gustos que todos tenemos. El dinero, pues, es solo la herramienta que usa para registrar ese intercambio. Cuando empieza a entrar la feria, lo primero es pagar los gastos del día a día, la gasolina que mantiene el motor prendido. Pero si la empresa se maneja bien, le queda un sobrante que no se queda dormido; ese billete se invierte otra vez en el negocio para seguir creciendo: ya sea en investigar nuevas ideas, comprar cosas clave o darle más fuerza a lo que ya tienen.
Claro que, mientras todo esto pasa, hay empresas que se las arreglan para guardar un colchoncito de lana, un fondo de emergencia para cuando las cosas se pongan feas. Este dinerito no es para irse a Cancún, sino para usar en casos de urgencia. Y normalmente ese extra también se invierte, pero con mucha cabeza. No se trata de aventar la suerte, sino de tener una estrategia bien pensada que siga un plan financiero hecho por los jefazos. Esto es más ajedrez que lotería.
Ahora, hablando de Bitcoin, este criptomonedón tiene una onda que a muchos les emociona y a otros les dan ganas de salirse del juego. No es algo para un negocio conservador; no porque sea malo, sino porque no todos tienen el estómago para la montaña rusa que trae. Las empresas, sobre todo las de tecnología, están acostumbradas a tomar riesgos chidos para llegar a algo innovador, pero eso no quiere decir que arriesguen todo su colchón de emergencias en algo que puede subir y bajar un 20% en un día. Ese colchón quiere algo seguro, como bonos o efectivo, para no andar sufriendo cuando más se necesita estabilidad. Por eso, meter mucho Bitcoin ahí suena a mala idea para los que tienen que cuidar la lana.
Un buen ejemplo es Meta, una de las Big Tech más grandes y rifadas. A pesar de tener un chorro de billete y ser súper innovadores, aún no se han aventado a meterle mucho a Bitcoin. No es que no crean en la onda o que no les guste la tecnología; es puro cálculo y prudencia. Con tanta presión de sus accionistas y miles de millones en juego, un movimiento tan movido como invertir en Bitcoin puede ser un pedo grave si el valor de repente se cae. Mejor le apuestan a lo seguro para que el negocio siga funcionando sin broncas y puedan seguir creando los productos que todos conocemos.
Pero ojo, eso no quiere decir que Meta esté chiflada o que le dé la espalda a las criptos. De hecho, andan explorando cómo usar la tecnología detrás del Bitcoin, como la blockchain, para hacer sus propios proyectos o criptos, aunque sin que sea un riesgo brutal para sus finanzas. La idea no es tener Bitcoin guardado, sino aprovechar sus principios para innovar y sacar nuevas fuentes de dinero o hacer su chamba más eficiente. Lo más peligroso para ellos sería quedarse atorados y no entrarle a las nuevas tecnologías que vienen con todo.
En resumen, la postura de empresas como Meta con Bitcoin es un baile entre ser bien cautelosos y tener visión para el futuro. Por un lado, deben cuidar la lana y evitar meterse en cosas volátiles; por otro, necesitan estar al tiro con la innovación para no quedarse atrás. Quizá en unos años veamos que empiezan a usar un poco más estas tecnologías o a integrarlas en sus chunches, pero sin tirarse de cabeza sin pensar. El riesgo de hoy puede ser la oportunidad del mañana, pero hay que caminar con cuidado.
Y pues, un último aviso: todo esto que les cuento no es consejo para que se lancen a invertir en Bitcoin o cripto sin investigar bien. Este mundo tiene sus riesgos y cada quien debe decidir qué hacer con su feria. No se me avienten sin pensar.
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