¡Todos están viendo el mercado cripto… pero malísimo! ¿Quieres saber la verdad?

Maksym Sakharov, CEO de WeFi, nos lanza una buena sacudida sobre cómo vemos las criptomonedas. La mayoría del rollo cripto anda enfocada en Estados Unidos y la Unión Europea, siempre hablando de regulaciones, ganancias rápidas y los jebones de Wall Street metiendo lana. Pero, ¿y qué del resto del mundo? Aquí es donde la cosa se pone interesante.

Olvídate de Nueva York, Londres o Bruselas para la verdadera acción cripto. El futuro está en lugares como Lagos, Buenos Aires y Manila. Muchos piensan que las criptos solo van si los grandes inversionistas y las reglas oficiales de los países ricos las aceptan. Pero la verdad es otra: la gente normal en países con problemas económicos está usando las criptomonedas para sobrevivir, no para jugar a ser millonario.

Por ejemplo, en Argentina, donde la inflación está por los cielos, la banda no anda comprando Bitcoin para guardarlo y ya, sino que usan stablecoins —criptomonedas pegadas al dólar— para comprar comida y pagar la renta, porque su peso pierde valor a la velocidad del rayo. En Nigeria, la raza usa criptos para enviar dinero a sus familias sin pagar unas comisiones bien abusivas que ponen los bancos tradicionales. África está explotando en adopción cripto, creciendo como loca.

El punto es que en estos lugares las criptomonedas no son un lujo o un jueguito, son la chamba para no andar batallando todos los días con el dinero. En cambio, en Estados Unidos y Europa, la plática se atora en si salen o no los ETFs de Bitcoin y Ethereum, en vez de ver cómo ayudar al que no tiene banco ni para su café. Los criptoactivos ya se usan en masa… solo que no donde los grandes capitales esperaban.

Los próximos mil millones de usuarios no van a volverse locos por un ETF; van a querer herramientas simples que les ayuden a mandar dinero sin que se les vaya la mitad en comisiones. Los proyectos que solo piensan en mercados occidentales se están cerrando la puerta a donde crece la verdadera chamba, esos sitios donde el cambio es urgente y real.

Claro, no digo que los mercados ricos van a dejar de importar, pero los protagonistas de la adopción masiva son esos taxistas de Lagos, los comerciantes de Buenos Aires y los trabajadores que mandan lana a casa desde otros países, evitando que se la claven con comisiones brutales. Solo en 2024, las remesas a países de ingresos bajos y medios fueron más de 685 mil millones de dólares. Bajando un poquito las comisiones, miles de millones más llegarían al bolsillo de la raza que lo necesita de verdad.

Por eso, en lugares como Filipinas más de un millón de comerciantes ya aceptan criptos en sus negocios con solo un celular. Y no son traders de escritorio, son la verdadera base del mercado. Hasta los gobiernos de esos países se están poniendo las pilas; por ejemplo, Nigeria ya tiene regulaciones para que las stablecoins y otros activos digitales crezcan sin tanto rollo.

La neta es que la industria cripto tiene que voltear a ver esta banda y dejar de perseguir solo al inversionista de Wall Street. Hay que construir herramientas simples, móviles, que sirvan a la gente común, con remesas baratas y educación sincera para quienes ven las criptos como su salvación, no como una apuesta loca.

El futuro de las finanzas no lo van a escribir los poderosos desde sus oficinas lujo, sino el amigo que con su teléfono está cambiando su vida y la de su familia con un par de clics. Los que entiendan dónde está la verdadera chamba en criptomonedas, van a ser los que se lleven el premio grande.

Así que, ojo: la frontera cripto no está en Wall Street. La verdadera acción está en todos lados, sobre todo donde las finanzas están más jodidas. Ahí es donde las criptomonedas ya funcionan y van a reventar.

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