¡La oferta pública de acciones de Mike Cagney arranca en 25 dólares y podría recaudar cerca de 788 millones!

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El rollo de las criptomonedas, con Bitcoin a la cabeza, es todo un mundo donde la tecnología más chida se mezcla con lo que sentimos como humanos. Cuando se habla de esto, lo que más llama la atención es qué tanto sube y baja su precio, como una montaña rusa loca. Se habla mucho de las subidas gigantes y las caídas que dan miedo, de esos momentos donde todos están felices y otros donde la gente se pone a vender como loca. Pero la verdadera historia detrás de estos cambios no es solo números, sino lo que sentimos: miedo y ganas de ganar billete rápido.

La volatilidad, que para muchos en el mundo tradicional es un riesgo que no quieren ni oír, en realidad es la incertidumbre haciendo de las suyas. Y esa incertidumbre despierta emociones bien básicas en la banda. Cuando alguien ve que puede perder todo su dinero, entra el miedo a todo dar. No es un miedo cualquierito, es tan fuerte que hace que la gente tome decisiones a lo loco, que a la mera hora solo la rega. En las caídas fuertes del mercado, el pánico se contagia rápido: muchos venden justo cuando el precio está bajísimo, y así se meten en broncas más grandes. Esto se llama “capitulación” y es un ejemplo de cómo el miedo nubla la mente y te hace hacer cosas sin pensar.

Por otro lado está la codicia, que es la otra cara del asunto. Cuando Bitcoin se pone a subir como cohete, la gente se vuelve loca por ganar dinero rápido. Todos quieren subirse al barco antes que zarpe, porque nadie quiere quedarse fuera del “bonche”. Eso que en inglés le llaman “FOMO” (el miedo a quedarse fuera) hace que muchos compren sin estar bien pilas, solo por las ganas de ganar rápido. En esa euforia se les olvida la precaución y acaban comprando caro, justo antes de que el mercado se caiga y les duela el bolsillo.

Esta pelea entre miedo y codicia se repite una y otra vez. Cuando la codicia manda, el mercado sube y llama a más gente. Eso genera una emoción bien intensa que hace que los precios suban y suban. Pero llega un punto en que la codicia se esfuma y aparece el miedo. Solo una caída pequeña puede desatar el pánico. Los que compraron en la cima venden rápido por miedo y hacen que el precio baje más, haciendo que otros también se asusten. Y así la historia se vuelve a repetir.

Saber cómo funciona esto es clave si quieres meterte al mundo de Bitcoin. No se trata de dejar de sentir, sino de aprender a manejar esas emociones. La clave no es adivinar qué va a pasar, sino tener una estrategia que te ayude a no hacer locuras cuando estés nervioso. Tener un plan claro, con objetivos y una forma de actuar definida, te ayuda a tomar decisiones sin perder la cabeza cuando el mercado se pone intenso.

Una forma bien efectiva para lidiar con el miedo y la codicia es invertir poco a poco. En vez de echar toda la lana de una vez (y arriesgar que justo ese día esté caro), vas metiendo cantidades chiquitas en diferentes momentos. Así promedias el precio de compra y reduces el riesgo de comprar caro. Además, esta técnica te quita la presión de tener que adivinar el “mejor momento”, que es algo que ni los más chidos pueden hacer bien.

Otra cosa importante es no poner todos tus huevos en la misma canasta. Aunque Bitcoin es el más famoso, hay muchas otras criptos con diferentes niveles de riesgo. Si distribuyes tu dinero entre varias, puedes bajar el impacto que tienen los subidones y bajones de una sola. Eso sí, en cripto muchas veces se mueven más o menos iguales, pero un poco de variedad puede ayudar a que no te afecte tanto cuando una se vaya para abajo.

También hay que pensar en el tiempo. Los que ven Bitcoin a largo plazo tienen más chance de aguantar los pleitos del mercado. Las bajadas y subidas diarias o semanales que paralizan a los que solo piensan en el corto plazo, para estos son solo ruido de fondo. Si lo ves como algo para usar en el futuro, no te vas a desesperar y tomar decisiones tontas por lo que pasa en un día.

Aunque Bitcoin se mueve un chorro y las emociones juegan un papel bien importante, tiene algo que lo hace diferente. La volatilidad no es señal de que sea débil o inmaduro. Más bien, forma parte de lo que es Bitcoin: a diferencia de las monedas de a de veritas, no está respaldado por ningún gobierno o empresa. Su valor viene de la confianza que mucha gente le tiene a su red descentralizada y a que es un recurso digital súper escaso.

El precio de Bitcoin es básicamente un acuerdo constante de esa confianza. Cada subida y bajada muestra cómo el mercado sigue buscando qué tanto vale este activo tan nuevo para el mundo. Por eso, la volatilidad no es un problema que hay que arreglar, sino parte natural del camino de Bitcoin, una dinámica donde el miedo y la codicia siempre van a estar presentes y moverán el juego.

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