¿Fintech al rescate? ¡Así podrían acabar con la “usura” bancaria en LatAm!

La relación entre los latinoamericanos y los bancos de siempre nunca ha sido fácil. Muchos sentimos que los bancos solo nos ven como números y nos cobran unos intereses bien caros, que a veces más parecen un abuso. Siempre han controlado el billete y nos dejan fuera del juego si no cumplimos con ciertos requisitos súper estrictos. Por eso, cuando llegaron las fintech – esas empresas que usan tecnología para dar préstamos y juntar dinero entre muchas personas – varios pensamos: “¡Esto sí puede cambiar las reglas del juego!”

El rollo no es solo que los bancos cobran caro, es que mucha banda está fuera del sistema. Gente que trabaja por su cuenta, negocios chiquitos o quienes tienen una historia crediticia medio informal, no califican para préstamos bancarios. Entonces, terminan pidiendo en otros lados donde el interés es todavía más alto o la situación es arriesgada. Los bancos prefieren trabajar con clientes “seguros” que les den ganancias sin broncas, y a los demás los dejan botados.

Las fintech usan tecnología para vernos con otros ojos. No solo revisan si tienes un historial bancario, sino que analizan cómo usas tu celular, si pagas el recibo de luz a tiempo o hasta tu actividad en redes sociales (si les das permiso). Esto les ayuda a entender mejor quiénes somos y si podemos pagar sin tanto lío. Además, como no tienen que gastar en sucursales ni tantísimos empleados, sus costos bajan y pueden ofrecer préstamos más baratos.

El impacto de estas nuevas empresas es fuerte. Al ofrecer préstamos rápido, para todos y sin tantas vueltas, obligan a los bancos tradicionales a ponerse las pilas y modernizarse. Aunque los bancos tienen la ventaja de ser súper sólidos y confiables, son medio lentos para adaptarse al mundo digital.

El crowdfunding es otra onda padre: conecta a personas con proyectos o negocios que necesitan lana. Así, la banda común puede invertir en algo chido y ganar más que con su cuenta de ahorro, y los emprendedores tienen chance de conseguir dinero sin pasar por los bancos.

Además, las fintech crean créditos que se ajustan a nuestra realidad: microcréditos con plazos flexibles y formas de pago que toman en cuenta lo cambiante que es nuestro dinero. Demuestran que el riesgo no siempre significa que el interés tiene que ser altísimo.

Ojo con la palabra “usura”, que a veces se usa de manera exagerada para hablar mal del cobro de intereses, aunque en realidad sólo es cuando son excesivos o ilegales. En muchos casos, las tasas altas responden a la incertidumbre y los riesgos que hay en nuestra economía, no a la avaricia.

Las fintech ayudan a bajar ese riesgo con mejor análisis de datos, pero no pueden controlar cosas grandes como la economía del país. Por eso, no buscan que los préstamos sean gratis o super baratos, sino justos, honestos y claros.

Su idea de acabar con los intereses altos suena bien, pero también hay que tener cuidado. La rapidez y facilidad para sacar préstamos puede llevar a que la gente se endeude de más si no sabe manejar su dinero. Algunos fintech pueden aflojar tanto los requisitos que prestan a quien no debería, y eso puede meter en problemas a los clientes.

Además, mientras que los bancos están bien vigilados por las leyes, las fintech a veces quedan en zonas grises sin tanta supervisión. Esto puede poner en riesgo a las personas y al mercado si alguna de estas empresas falla o maneja mal el dinero.

En resumen, las fintech están rompiendo el monopolio y haciendo las cosas diferentes, pero el reto es usar estas herramientas con cabeza para que el acceso al crédito no sea una trampa que termine ahogándonos en deudas. Hay que estar pilas, educarnos y no caer en la tentación de prestar más de lo que podemos pagar.

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