¡El euro digital al ataque! ¿El nuevo caballo de Troya que amenaza tus ahorros en España?

La digitalización ya está metida en todo lo que hacemos: cómo hablamos con la banda, cómo compramos y hasta cómo movemos la lana. El dinero, que ha sido la neta desde hace un buen tiempo, no se podía quedar atrás. Por eso, el Banco Central Europeo (el famoso BCE) sacó la idea del euro digital, y eso ha puesto a todos a platicar y a sacar sus banderas. Unos dicen que es la evolución natural de la moneda, otros que es puro control disfrazado, como un “caballo de Troya” para espiar en la cartera y controlar nuestra lana sin que nos demos cuenta.

El euro digital viene como respuesta al boom de las criptos y los pagos en línea, buscando ser una versión segura y fácil de usar del dinero de siempre, pero en digital. No es lo mismo que un Bitcoin, que es más libre y sin jefes; el euro digital lo controla el BCE, que dice que eso va a hacer todo más estable y seguro.

Pero aquí es donde muchos se ponen nerviosos: con el euro digital, el BCE y los gobiernos podrían seguir cada compra que hagamos, desde un taco hasta un carro, y eso a varios les parece invasivo. Es como tener un ojito aquí, controlando cuánto y en qué gastamos, lo que puede acabar con nuestra privacidad financiera y nuestra libertad de decidir.

Otra bronca es que con este dinero digital podrían poner intereses negativos —o sea, te cobran por guardar tu lana— para que dejes de hacerle paro al dinero y te pongas a gastar, todo para mover la economía. Aunque algunos dicen que eso ayuda en crisis, muchos ven que es una forma de robarte sin que te des cuenta, como una jugada media chueca contra tus ahorros.

La cosa se pone más intensa si lo comparamos con Bitcoin y otras criptos que funcionan sin un “padrino” que mande y controle todo. Bitcoin está hecho para ser libre y transparente, sin que nadie pueda censurarte ni quedarse con tu dinero. Para los fans de las criptos, el euro digital es justo lo contrario: un intento de los que ya tienen el poder para seguir controlando todo, usando la tecnología para mantener su dominio en lugar de soltarla y empoderarnos.

Pero no todo es malo. El BCE sabe que hay muchas preocupaciones y está pensando en poner límites, por ejemplo, para que nadie pueda tener montones de euros digitales y que tampoco desaparezca el dinero en efectivo. También andan viendo cómo darle un poco más de privacidad a las transacciones chiquitas, aunque todavía no está claro cómo. Ellos dicen que no quieren ser los “chismosos” de nuestra plata, sino que quieren un sistema seguro y rápido para pagar sin broncas.

Al final, el rollo con el euro digital no es solo el control o la privacidad. La verdadera bronca podría estar en lo frágil que es el sistema monetario actual, con sus monedas oficiales y hasta con las criptomonedas. El euro digital sigue siendo dinero normal, que se puede afectar por la inflación y por decisiones políticas del BCE, igual que la lana en efectivo. Y Bitcoin, aunque tenga libertad, también es volátil y riesgoso porque su valor sube y baja como montaña rusa. El verdadero problema es en quién confiamos y cómo cambia el valor de la lana, no tanto en la forma que toma.

Por eso, no hay que ser maniqueos y tirarnos contra el euro digital solo porque es algo del gobierno. Toda cosa tiene su lado bueno y su lado malo. El BCE ya está intentando poner reglas para cuidar la privacidad y evitar que el dinero digital reemplace al efectivo por completo. No se trata de acabar con la plata en físico, sino de tener otra opción que vaya con esta economía cada vez más digital.

Criticar nomás porque viene de los de arriba es no ver que tanto el sistema actual como las criptomonedas tienen sus propias broncas. Lo más chido es aceptar que diferentes tipos de dinero, cada uno con sus ventajas y detalles, pueden convivir para armar un futuro financiero más balanceado y seguro.

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