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Aquí te va la opinión de Yanal M. Hammouda, un chavo bien clavado en la expansión de mercado de Wingbit, contándote qué onda con la red física descentralizada, o como le dicen en el mundo cool, DePIN.

Este rollo de DePIN se puso bien intenso en el primer trimestre de 2025, con más de 150 millones de dólares entrando, y los expertos dicen que para 2028 esto va a ser un mercado de 3.5 billones de varo. Pero la neta, lo más chido no es el dinero que está entrando, sino que las redes están floreciendo en lugares que ni te imaginas: no es Silicon Valley, sino lugares como el Medio Oriente, el sudeste asiático y América Latina.

¿Por qué? Porque estos lugares tienen un desmadre en infraestructura tradicional y están abiertos a innovaciones, lo que los hace perfectos para que la comunidad tome las riendas y arme soluciones chidas. Los inversionistas y los desarrolladores de DePIN deberían voltear a ver para fuera de Estados Unidos, que aún va medio lento en este juego.

Ahora, hablando de “sandboxes” o zonas para experimentar, cosas bien padre están pasando en Dubái, que en 2022 creó regulaciones específicas para proyectos Web3, y en Singapur se están rifando apoyando la tokenización de activos reales con iniciativas de lujo como Project Guardian. En estos países puedes probar tu proyecto sin que te anden parchando con reglas añejas.

En Corea del Sur, por ejemplo, LG U+ está desde 2018 probando un sistema de pagos con blockchain que en Estados Unidos se hubiera tardado años en tramitar. Y Vietnam ya tiene una estrategia nacional de blockchain que cubre desde finanzas hasta agricultura, y están lanzando su propia red para hacer chamba con la economía digital del país.

Aunque la Bahía de San Francisco todavía atrapa un buen de lana, el dinero real está fluyendo en otros lados. Dubái, por ejemplo, está atrayendo a un chorro de millonarios nuevos y tiene un fondo de 500 millones para invertir en blockchain, IA y más, enfocándose en donde la infraestructura clásica se quedó corta.

En Asia, los fondos chafas de Singapur, como Temasek y GIC, han apuntado a proyectos fuera de los hubs tradicionales y siguen metiendo lana en empresas como Animoca Brands, que es de las más chidas en blockchain en su región.

Antes, Nueva York y Silicon Valley eran las únicas opciones para escalar en Web3, pero eso ya quedó pa’ atrás. Aunque Estados Unidos tenga la mayoría de los hotspots inalámbricos de Helium, la cobertura nueva se está extendiendo rapidísimo por el sudeste asiático y América Latina.

Por ejemplo, en México, durante las pruebas de Helium, los usuarios de Movistar lograron usar datos como si nada, navegando casi siete horas al día sin broncas, mostrando que DePIN realmente puede solucionar problemas de conectividad donde hace falta.

La neta para todos los desarrolladores y emprendedores de DePIN es hacer cosas para la banda que realmente las necesite, no para los cuates de Silicon Valley que nada más quieren echar el chal en la cafetería. Los inversores tienen que buscar proyectos que agarren al toro por los cuernos en mercados con reglas claras y adopción creciente. Y las autoridades deberían ayudar con reglas que sí entiendan el rollo de la blockchain y no quieran ponerlo en cajas viejas.

Finalmente, recuerda que en Asia ya se armaron una revolución móvil brutal con apps como WeChat, Gojeck y Kakao, haciendo que Silicon Valley se vea bien chiquito en esos terrenos. Ahora países como Emiratos Árabes Unidos, Vietnam y Singapur están haciendo lo suyo con Web3, así que los que hacen proyectos en este mundo deben poner atención, porque lo que hagan hoy va a ser la estrella en cinco o diez años.

Así que ya sabes, DePIN no es el futuro, es el presente que está creciendo bien rápido en lugares que están listos para prender la mecha. ¡Échale un ojo y no te quedes atrás, carnal!

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