¡Inflación en México al ataque! ¿Qué sorpresas nos tiene Banxico para domar la bestia?
La economía de México anda en un momento bien intenso, enfrentando una inflación que no suelta el pie y que trae de cabeza a todos: desde la gente en la calle hasta las empresas y los expertos.
Esta onda de inflación viene de varios lados. Por un lado, están los rollos internacionales: los precios de la energía y los alimentos que México importa se han puesto por las nubes, gracias a broncas en las cadenas de suministro globales. Por otro lado, aquí en casa, la cosa no está sencilla: la demanda está fuerte pero la oferta no le alcanza; el peso está más débil y eso encarece todo lo que traemos de afuera; además, los sueldos suben más rápido que la productividad y hay mucha lana circulando por políticas fiscales un poco permisivas, lo que también sube los precios.
Lo más claro que siente la banda con esta inflación es que su dinero rinde menos: aquel billete que traías en la cartera ya no alcanza para lo mismo que antes. Esto pega más duro en las familias que agarran peso a peso para las cosas básicas, ya que sus gastos esenciales se disparan de precio. La incertidumbre también crece porque ni las empresas ni los chavos y chavas pueden planear bien a futuro: ¿quién se arriesga a invertir o gastar cuando todo anda alborotado?
A nivel más general, esta inflación tan subida puede hacer que los productos mexicanos pierdan chiste afuera. Si aquí todo cuesta más que en otros países, nada más nadie va a querer comprar lo nuestro. Para frenar esto, Banxico, que es el banco de México que le pone orden a la economía, sube las tasas de interés. Pero ojo, eso también encarece los préstamos y puede frenar la inversión y el consumo, lo que hace que el crecimiento se frene un poco. Hay otro detalle curioso: la inflación puede beneficiar a quienes deben dinero (porque se los empieza a deber menos en realidad) y castigar a quienes guardan su lana en el banco.
México tiene ganas de crecer chido, que haya más empleos buenos, menos desigualdad, seguridad y una economía que dure en el tiempo. Para eso, sería buenísimo que pudiéramos producir más aquí mismo, sobre todo en comida y energía, para no depender tanto de lo que viene de afuera y no pelarnos con cada movimiento en el mundo. Pero mientras la inflación esté alta, la prioridad es que los precios se mantengan estables para cuidar que el dinero no pierda valor y que la gente sí pueda invertir sin miedo.
¿Cómo lograrlo? Hay que mejorar las cadenas de producción internas, buscar nuevos amigos para comerciar y hacer que nuestra productividad sea más chida. Todo esto sin que aumente la inflación, claro. Pero tampoco se puede ignorar que todavía hay cosas que nos aventajan para atrás, como la chamba informal, la corrupción, la falta de inversión en infraestructura y educación, y la inseguridad. Además, el cambio de peso a dólar sigue dando lata, encareciendo todo, y los problemas del mundo, como pandemias o conflictos, siempre están al acecho.
Lo que la banda ve a diario es que los precios suben y que Banxico toma decisiones para tratar de dar una friebre a esa escalada. Pero hay un montón de movidas en la economía que están detrás de todo esto, desde cómo funcionan la oferta y la demanda, hasta cómo se manejan las reglas fiscales y la posición de México en el mundo entero.
Banxico juega un papel clave aquí. Su trabajo es que el peso mantenga su fuerza. Para eso, sube su tasa de interés, lo que hace que pedir préstamos salga más caro y, por ende, la gente y las empresas gasten menos y la inflación se calme. También se encargan de explicar bien qué están haciendo, para que nadie se confunda y todo mundo sepa a qué atenerse.
Lo que Banxico quiere es controlar la inflación, aunque eso implique que la economía crezca más despacio en el corto plazo, porque lo importante es que los precios sigan estables para que todos tengan certidumbre.
Pero no creas que todo depende solo del banco. Las políticas del gobierno y la confianza que tenga la gente en las reglas de juego son igual o más importantes. Si el gobierno sigue gastando mucho sin aumentar la producción, o si nadie sabe qué va a pasar con las leyes, la inflación seguirá haciendo de las suyas, aunque Banxico suba las tasas de interés.
En resumen, controlar la inflación es como un pinole bien batido: no solamente depende de cuánto apriete el banco, sino que todo el país tenga confianza, políticas claras y trabajo en equipo para que la mara pueda vivir sin estar pensando todo el tiempo en si los precios van a explotar.
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