¡Boom en Ethereum! Bitmine Immersion (BMNR) se dispara un 3000%, pero ojo que no todo es color de rosa

En el mundo movido y a veces caótico de las criptomonedas, mucha gente pinta la idea de que Bitcoin y sus compas digitales son la solución perfecta para enviar dinero en América Latina. Dicen que es súper rápido, barato y que va a dejar atrás a los métodos de remesas tradicionales. Suena chido, ¿no?
Pero la neta, cuando ves qué pasa en la vida real, la cosa no es tan simple. Sí, hay banda que usa cripto para mandar lana a sus familias, pero no es tanta como uno pensaría. No es blanco o negro: ni todo es maravilla cripto ni todo es desastre en las remesas normales. Hay broncas que no se ven a la primera y que complican la jugada.
Una de las patas más complicadas es que las criptos, sobre todo Bitcoin, son bien volátiles. La banda que recibe ese dinerito suele depender de esa lana para cosas urgentes, y que de un momento a otro la cantidad que les llegue valga menos, pues no les ayuda nada. Sí, ya existen las stablecoins, que intentan ser más estables porque amarran su valor al dólar, pero no todos saben ni usan esas monedas todavía. Cuando te juegas la comida del día, la estabilidad es oro puro, y andar aventándose al ruedo con algo que sube y baja no es opción para muchos.
Luego están los costos y la accesibilidad. Tal vez las tarifas para hacer las transacciones dentro de la blockchain sean chiquitas, pero cambiar tu peso o dólar a crypto, y luego de vuelta a dinero físico, puede salir caro. A veces estos “cargos extras” son iguales o peores que los de las empresas clásicas de remesas. Otro problema es que no hay tantos cajeros o lugares para hacer estos cambios fácil y seguro, sobre todo en pueblos o lugares alejados. Lo que prometía ser barato se vuelve toda una odisea.
También hay mucha gente que no entiende cómo funcionan las carteras digitales, las claves privadas y todo el rollo técnico del cripto. No todos tienen celular inteligente o buen internet, y eso dificulta todavía más la cosa. No se puede esperar que todos sepan manejar esta tecnología sin broncas.
¿Y la ley? Pues no ayuda mucho. En varios países de LATAM no está claro qué onda con las reglas para las criptomonedas. Eso hace que las personas y las empresas tengan miedo de usar o meterse mucho al mundo cripto, porque pueden perder su lana o caer en problemas de fraude. Además, los gobiernos andan cuidándose que no se use para cosas feas como lavado de dinero, pero eso solo hace que todo sea más complicado y burocrático.
Por último, está la confianza. A pesar de los costos, los servicios como Western Union o MoneyGram tiene años acá y la raza los conoce. La gente prefiere ir a un lugar de confianza, dejar su dinero y tener seguridad de que va a llegar. Eso pesa más que unas tarifas un poco más bajas o el mito de que cripto es más rápido.
La historia que venden de que las criptos son la maravilla para las remesas a veces exagera un poco. No es que las monedas digitales no tengan futuro, claro que sí, pero sus fanáticos no siempre cuentan las broncas reales que enfrenta la gente. No basta con decir “es más barato y rápido” si no se arreglan cosas como la volatilidad, los costos escondidos, la falta de accesos y la falta de reglas claras.
Lo chido sería que las criptos pudieran meterle lo bueno que tienen al mundo de las remesas sin hacer que la gente tenga que aprender un montón ni cambiar su forma de enviar dinero. Que la tecnología trabaje detrás, que uno ni se dé cuenta, pero que ayude a que todo sea más fácil y barato. Cuando eso pase, aquí sí va a ser un boom para América Latina.
Eso sí, ojo: este rollo no es consejo para invertir ni nada por el estilo. Siempre hay que investigar bien antes de mover dinero, porque las criptos son un riesgo y no todos pueden perder lo que apuestan.
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