¡América Latina al desnudo! ¿Dónde se esconde el verdadero crecimiento más allá del oro y el petróleo?

América Latina tiene un montón de recursos naturales y durante mucho tiempo ha dependido de vender materias primas para sacar la chamba adelante. Pero en este mundo cada vez más conectado y tecnificado, la pregunta es: ¿qué onda con el verdadero potencial de crecimiento de la región, más allá de seguir vendiendo solo materias primas?

Lo que la región necesita urgentemente es cambiar la forma en que produce. Los precios de las materias primas suben y bajan como locos, y eso hace que la economía se sienta como en una montaña rusa, dificultando planear a largo plazo y generar riqueza estable. La clave está en no vivir solo de lo básico, sino en darle más valor a lo que se produce: hacer productos más elaborados, impulsar la agroindustria que procese y empaque, o apostar por servicios con más chiste y valor agregado.

Aquí entra la famosa Industria 4.0 y la economía de servicios, que suenan bien fancy pero básicamente son tecnologías como la inteligencia artificial, el internet de las cosas y robots que modernizan las industrias. Esto hace que todo sea más eficiente y competitivo. Además, sectores como la tecnología, las finanzas y la consultoría pueden crear empleos chidos y buena lana.

No se trata solo de producir más, sino de hacerlo diferente: entrar en cadena de producción, diseñar e innovar para ganar más. El pedal gira gracias a la gente; el motor de cualquier economía es la gente con talento y ganas de crear. Por eso, hay que invertirle duro a la educación y capacitación, para que la banda joven esté lista para el siglo XXI con habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; y mantener a la fuerza laboral actual siempre actualizándose.

También es vital meterle recursos a la investigación y desarrollo, no solo con lana pública sino privada, y armar un ecosistema donde universidades, empresas y gobiernos trabajen juntos para inventar cosas nuevas y resolver broncas reales. Fomentar que la banda emprendedora cree empresas innovadoras, con acceso a financiamiento, mentores y reglas claras, es el toque final para explotar todo el talento que hay.

Pero para que todo esto funcione, se necesitan instituciones firmes y políticas claras y honestas. La estabilidad económica es básica para que llegue inversión, porque nadie va a poner su billete en un lugar donde la inflación se dispara o hay incertidumbre. Además, hay que quitar la burocracia, acabar con la corrupción, garantizar la seguridad jurídica y fortalecer la justicia para que la región sea más atractiva, tanto para inversionistas locales como extranjeros.

La infraestructura es otro punto clave: más inversión en internet para conectar a todos, energía confiable y barata, y transporte chido para mover mercancías y personas rápido. Además, las políticas que regulan comercio e inversión deben ser bien pensadas para abrir mercados y atraer inversiones con tecnología y conocimiento.

El rollo del crecimiento ya no puede ignorar la sustentabilidad ni la inclusión. Apostar por una economía verde y circular es una tremenda oportunidad para la región, porque además de proteger el medio ambiente, abre nuevas industrias y trabajos en reciclaje, eficiencia energética y energías renovables.

Un crecimiento real y duradero también exige combatir las desigualdades sociales que todavía están bien marcadas en América Latina. Hay que lanzar políticas que aseguren oportunidades educativas y laborales para todos, y reforzar las redes de apoyo social. La resiliencia ante el cambio climático es otra chance para innovar y crear empresas en sectores como energía limpia, manejo de agua y agricultura sostenible.

En cuanto al papel de América Latina en el mundo, la unión hace la fuerza. La región puede sacarle jugo a alianzas con otros países y bloques económicos para diversificar mercados, acceder a tecnología y conocimiento y crecer juntos. Tener mercados internos más grandes, fortalecer cadenas de valor regionales y hablar con una sola voz en el escenario internacional puede hacerla más fuerte. Además, la cercanía con mercados grandes como el de Norteamérica es una oportunidad loca para traer inversiones que buscan estar cerca y ser eficientes (eso del nearshoring).

¿Debería América Latina dejar de depender tanto de las materias primas? La neta no tanto, porque la región tiene una ventaja única con sus recursos. La demanda mundial de energía, alimentos y minerales sigue creciendo, así que ser proveedor puede ser una fortaleza, no un problema. El reto es manejar esa dependencia de forma inteligente: negociar mejor, invertir esos ingresos en diversificación e innovación y asegurarse que la extracción sea responsable y sostenible.

No se trata de huir de las materias primas, sino de hacerlas trampolín para un desarrollo más complejo y con más valor, y que no se conviertan en una carga.

(Información y opiniones de este texto no representan necesariamente la postura de Cointelegraph. No es consejo financiero; siempre haz tu tarea antes de invertir.)

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