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La digitalización no es solo tener un celular o una computadora; es mucho más que eso. Se trata de cambiar la forma en que hacemos las cosas, usando herramientas digitales para hacer todo más fácil, rápido y conectado. Es pasar toda esa info que antes estaba en papel o en la cabeza a un formato digital que se pueda usar en cualquier lugar, desde la tiendita de la esquina hasta oficinas de gobierno o nuestras casas. Digitalizar es el primer paso para que el Perú avance de verdad.
Pero vamos a ponernos serios: el Perú tiene un montón de talento y ganas, pero también enfrenta unos desafíos bien pesados para subirse al mundo digital al cien. El problema más grande es la brecha digital, que nada más significa que no todos tenemos las mismas chances de usar tecnología.
Imagínate a Don Pedro, que vive en un pueblito bien lejano en los Andes. Para él, hablar de “internet rápido” es casi un chiste. En muchas partes del Perú profundo no hay buena conexión o no hay internet ni para echarse un play; y si hay, muchas veces un teléfono inteligente o una compu son un lujo que no pueden pagar. Esa falta de equipos y de internet es el primer que nos frena.
Luego está el rollo económico. En Lima, mucha gente tiene acceso a internet chido y varios gadgets, pero en la selva o zonas rurales, la banda apenas se las arregla para lo básico. Comprar una tablet o pagar datos es impensable para mucha gente, y en comunidades indígenas la cosa se complica más. No es solo falta de dinero, sino que también falta info y oportunidades para crecer.
Ni hablar de que muchas personas no saben usar bien las herramientas digitales. Conozco varios emprendedores que quieren vender por internet pero no saben ni cómo hacer una página, subir algo a redes o cobrar en línea. Y para los abuelitos, usar un cajero automático o hacer una videollamada puede parecer misión imposible. Por eso es urgente enseñarles a todos cómo aprovechar la tecnología y por qué les ayuda.
Y todavía falta algo más: el miedo al cambio. ¿A quién no le ha tocado escuchar eso de: “siempre lo hemos hecho así y no pasa nada”? En oficinas de gobierno todavía hay puras hojas y trámites a mano, y en empresas muchas veces prefieren lo de siempre para no arriesgarse. Sin ganas y sin lana para invertir, la digitalización no avanza. Aunque han habido intentos, las políticas y leyes todavía tienen que ponerse las pilas para empujar este cambio en serio.
Esta brecha digital no es cosa de broma. Cuando llegó la pandemia se puso muy claro: algunos chamacos pudieron seguir sus clases online, pero muchísimos otros en zonas lejanas se quedaron sin poder estudiar. ¿Cómo va a salir adelante un país si sus niños no tienen acceso a educación de calidad? Lo mismo pasa con la economía: un agricultor en un pueblo remoto no sabe a qué precio vender sus productos o dónde encontrar mejores mercados porque no tiene acceso a info online. La falta de conexión cierra muchísimas puertas para emprender y conseguir trabajo.
Además, hay gente que necesita atención médica y la clínica más cercana queda a horas. La telemedicina podría ayudar un buen, pero si no hay internet o si no saben usarla, de nada sirve. Igual pasa con los trámites o la banca digital; la falta de conectividad deja afuera a mucha gente, y eso hace que se sientan aislados de sus familias o de las decisiones importantes en sus comunidades. Para las empresas, no digitalizarse significa perder tiempo, dinero y competitividad, y eso afecta la economía del país.
Pero ojo, que la digitalización es clave para que Perú crezca y mejore. No es un lujo, sino una necesidad que nos impulsa. Imagínate hacer trámites desde tu casa, sin filas ni papeles. Eso ahorra tiempo, dinero y reduce gastos para el gobierno. Los trámites digitales son más rápidos y baratos.
Además, cuando más gente y empresas usan tecnología, la productividad del país sube; eso significa que la economía mejora para todos. Por ejemplo, la señora que vende artesanías en Cusco puede ofrecer sus productos a clientes desde otros países sin salir de su taller. Eso ayuda un montón a las PYMES. Las empresas que se digitalizan ahorran, toman mejores decisiones y se adaptan rápido a lo que el mercado pide, haciendo que Perú sea más competitivo a nivel mundial.
La digitalización también mejora la educación y la salud. Con clases virtuales de expertos o bibliotecas digitales, el conocimiento llega a lugares donde antes era imposible. En salud, la telemedicina permite que un doctor en Lima atienda a alguien en Puno sin que tenga que viajar días. Eso salva vidas y mejora la calidad de vida. Un gobierno digital hace que los trámites sean más rápidos, fáciles y sin chanchullos, lo que genera más confianza. Al cerrar la brecha digital, más peruanos pueden participar, acceder a oportunidades y no quedarse atrás. Y además, al reducir el papel, ayudamos al planeta, cuidando nuestros bosques.
En resumen, la digitalización no es algo pasajero ni de moda. Es el camino que el Perú tiene que tomar con todas las ganas. Para lograrlo, todos tenemos que poner de nuestra parte: el gobierno invirtiendo en tecnología y haciendo reglas claras; las empresas innovando y capacitando; y la gente aprendiendo y pidiendo lo que merece. Así, construiremos un Perú más conectado, justo y con oportunidades para todos.
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