¡Alerta Mundial! La economía global frena como en 2008, ¿se viene otra crisis?
Pues ya se siente raro el ambiente en el mundo de las finanzas, como antes de una tormenta bien gacha. Y ahora el que está sonando la alarma es nada más y nada menos que el Banco Mundial, que normalmente no se anda con choro cuando se trata del estado de la economía global. En su último informe, pusieron las cosas bien claras: la economía mundial está bajando la velocidad, y no cualquier bajón, sino algo que no veíamos desde antes de la crisis del 2008.
El mensaje no es nada escondido. Bajaron un buen las expectativas de crecimiento para 2025 y más allá. ¿Y qué está causando este frenón? Pues una mezcla complicada de aranceles y una incertidumbre económica que se siente densa, como si camináramos en plena niebla, sin saber pa’ dónde vamos y sin ganas de arriesgarnos.
Leer ese informe del Banco Mundial es como ver un espejo que no te miente: nos muestra un futuro gris. El crecimiento para 2025 será el más bajito que hemos tenido en años, fuera de una recesión como la del 2008. Eso debería hacernos pensar un rato.
No es problema de unos cuantos países, es casi un malestar global. Casi el 70% de las economías del mundo venían bajando sus expectativas, y eso incluye a los grandes peces gordos como Estados Unidos y Europa, que ya estaban con sus broncas. Hasta las economías emergentes, que hace seis meses estaban pareciendo más chidas, ahora tuvieron que bajarle. Es como si todo el mundo estuviera frenando al mismo tiempo.
Y otro rollo bien pesado son los puñeteros aranceles. Sobre todo los que Estados Unidos ha puesto últimamente, que han desacomodado el comercio global de manera brutal. Se están poniendo aranceles a niveles que no veíamos en casi un siglo, y claro, otros países como China les están respondiendo igual, en una guerra de aranceles que afecta las cadenas de suministro, encarece productos y enreda a todos. Cuando las empresas no saben qué onda con las reglas, dejan de invertir. Y si no hay inversión, pues el crecimiento se cae.
Y no solo se trata del presente. El Banco Mundial dice que los más fregados van a ser los países más pobres. Las economías en desarrollo, excepto China, podrían tardar hasta 20 años en volver a lo que tenían antes de la pandemia de COVID-19. Veinte años, banda. Eso es una eternidad que habla de una brecha que se hace más grande y deja a mucha gente esperando a ver qué pasa.
El resto del informe sigue dando malas noticias. Para el 2027, la economía global crecerá a un ritmo bien lento, el más tranqui que hemos visto en décadas. Eso nos dice que no es solo una caída momentánea, sino que podríamos estar entrando en una etapa donde la economía no se mueve mucho por un buen rato. Además, la inflación va a seguir alta hasta 2025, más de lo que estábamos acostumbrados antes de la pandemia. Esto se debe a los aranceles y a que el mercado laboral no está muy flexible.
El intercambio de bienes y servicios, que es básico en la economía mundial, también va a crecer poquito en 2025, mucho menos que antes. Esto perjudica a los países que dependen mucho de exportar recursos porque habrá menos demanda, lo que les va a pegar fuerte. Incluso China que es un jugador clave en eso, también va a ir más lento en su crecimiento.
Pero no todo es drama total. Aunque el Banco Mundial pinta un panorama bien feo, no hay que perder la fe. La economía es algo complicado, que cambia, se adapta y a veces nos sorprende. No es una línea recta y perfecta.
Sí, los aranceles y la incertidumbre son bien pesados, pero las economías tienen una capacidad sorprendente para levantarse. Los gobiernos y bancos centrales no están de brazos cruzados; están moviendo sus piezas, buscando nuevas alianzas y tratando de invertir más. Además, la tecnología sigue siendo una máquina que puede abrir nuevas puertas, crear industrias y oportunidades, aunque a veces el Banco Mundial no pueda medir todo eso.
Solo mirar lo malo es medio injusto. Las economías emergentes, pese a sus rollos, tienen chance de diversificar sus mercados, fortalecer sus cadenas internas y encontrar socios nuevos. La inversión en infraestructura y gente, aunque lenta, sigue siendo clave para crecer a largo plazo. Y no hay que subestimar la creatividad de las empresas para sacar soluciones o cómo la gente se adapta a las nuevas realidades económicas.
En resumen, el Banco Mundial nos avienta una foto real y dura, pero no hay que andar de negativos. La historia nos ha enseñado que en las peores crisis también aparecen oportunidades para reponernos. La gente es chingona para adaptarse y los mercados, aunque raros, saben cómo darle vuelta a la tortilla. La neblina está espesa, ya sabes, pero el sol va a salir y con él, nuevas oportunidades. ¡Ánimo!
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