¡Banca digital en Colombia: ¿la revolución que conecta a todos o solo para techies VIP? ¡Descúbrelo!

La digitalización de los servicios financieros en Colombia llegó con la promesa de incluir a más gente, especialmente a quienes siempre han estado fuera del mundo bancario tradicional. Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿esto realmente está ayudando a cerrar la brecha o nomás la está dejando más grande? Porque no todos tienen ni las herramientas ni las chances para entender o usar esto del dinero digital.

La banca digital, con sus apps y plataformas online, es como un atajo para no tener que ir a una sucursal física. Puedes hacer pagos, transferencias o checar tus productos financieros desde cualquier lugar con internet. Eso suena chido para muchos, sobre todo para quienes viven en pueblos o no pueden moverse fácil, porque antes estas cosas estaban muy lejos o complicadas.

Además, han salido un montón de empresas fintech que están sacando la casta con soluciones nuevas, como microcréditos al instante, apps para invertir fácil o monederos digitales que ayudan a ahorrar sin tanto rollo. Estas plataformas prometen facilitar la vida de quienes tienen poco dinero o trabajan en la informalidad, sin tanta burocracia.

Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas. En Colombia la brecha digital es bien marcada. Hay muchísima gente que ni cuenta tiene de internet, o si la tiene, es a medias: conexiones chafas o sin buen equipo. Si no tienes un smartphone decente o una compu, la banca digital se vuelve un lujo inaccesible.

Y no solo es el acceso, sino que muchos, sobre todo personas grandes o de zonas alejadas, no tienen ni idea de cómo usar estas plataformas, cómo cuidar sus datos o cómo evitar fraudes. La tecnología a veces parece un idioma raro y mucha gente termina amedrentada, sin ganas de meterse.

El chiste es que, irónicamente, estas soluciones digitales terminan beneficiando más a quienes ya traen ventaja en tecnología y conocimientos. O sea, los que ya están adentro se la rifan y los que siguen afuera se quedan más fuera, haciendo que la desigualdad crezca.

Para que la cosa tenga sentido y funcione para todos, hace falta meterle lana fuerte para llevar internet a todos los rincones, y que se desarrollen programas chidos que enseñen a usar estas herramientas digitales sin miedo. Hay que hacer que todos puedan agarrar confianza, con ayuda simple y sin tecnicismos.

Las mismas instituciones bancarias tienen que poner su parte. Necesitan hacer apps fáciles de entender, con un lenguaje sencillo y que no te hagan sentir que estás en la universidad. También debe seguir habiendo atención personalizada para quienes prefieren que alguien les explique y no solo los botones digitales. Lo ideal es que la banca digital no quite el servicio tradicional, sino que lo complemente, porque no todos somos iguales y a veces lo presencial es necesario.

Aunque haya miedo de que la tecnología aumente la desigualdad, la verdad es que no es la digitalización quien la crea. Es más bien un reflejo de problemas que ya existían: falta de acceso por ubicación, requisitos difíciles o discriminación. La banca digital intenta romper esas barreras, pero necesita que el gobierno y todos le echen ganas para que nadie se quede sin oportunidad.

Así, la banca digital en Colombia puede ser el motor que rompa muros, pero tiene que asegurarse que llegue a todos por igual. No es cuestión de detenerla, sino de que haya educación digital y buena tecnología para todos, para que en verdad sea una herramienta de igualdad y no otro tema que divida más.

La digitalización es una oportunidad enorme para que más gente pueda entrar al mundo financiero, pero si no se hace bien, nomás va a agrandar las diferencias. Por eso es clave que exista una estrategia que garantice conectividad y conocimiento para todos, para que esta transformación sea un verdadero cambio a favor de la gente.

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