Lummis quiere que pagues menos impuestos si amas el Bitcoin ¡No vas a creer cómo lo hará!

Cuando S&P Global Ratings, una de las agencias más chidas que califican el riesgo de los países, decide bajar la calificación de Bolivia, no es solo un cambio en unos números aburridos. Eso es una alerta que suena fuerte en los mercados mundiales y prende focos rojos sobre qué tan bien le irá a la economía boliviana. No es solo una letra o un número más; es como un termómetro que mide si Bolivia puede pagar sus deudas sin broncas y a tiempo.
Lo primero que se siente es que pedir prestado dinero se pone más caro. Imagínate que vas al banco y te ven medio riesgo; seguro te suben la tasa de interés. Lo mismo pasa con los países: si Bolivia tiene una calificación baja, los que le van a prestar les piden más lana para compensar el riesgo. Eso significa que el gobierno tendrá que gastar más en pagar deudas y menos en cosas importantes como salud, educación o carreteras.
Además, con esta baja calificación, Bolivia tiene menos chance de acceder a préstamos fáciles o baratos porque muchos inversionistas grandes solo meten dinero en países con buena calificación. Eso obliga al país a buscar créditos más caros o con menos dinero.
Pero más allá de los números, esto afecta cómo ven Bolivia los inversionistas. S&P, junto con Moody’s y Fitch, son “las Tres Grandes” y cuando dicen que un país es riesgoso, muchos les creen a huevo. Esta baja puede hacer que los inversionistas vendan bonos, lo que sube los intereses y pone la soga más apretada para pagar.
Por otro lado, estas calificaciones también pueden servir para que el gobierno se ponga las pilas y maneje mejor la lana. Si quieren subir o mantener buenas calificaciones, tienen que hacer políticas más responsables, transparentes y crear un ambiente chido para negocios. Así que esta baja es un jalón de orejas internacional.
Para Bolivia, que ya trae problemas con su calificación, esta nueva baja pide una respuesta fuerte y clara. No pueden hacerse los que no pasa nada; hay que aceptar el problema, explicar por qué pasó (como el aumento en el pago de deuda y la situación complicada con el exterior) y, más importante, presentar un plan bien armado para solucionarlo.
Este plan debe incluir recortar gastos innecesarios y mejorar la recaudación de impuestos. Hay que darle prioridad a dónde se gasta y quizá hacer cambios en los impuestos para mantener la deuda bajo control. También es clave fortalecer las reservas internacionales, buscando exportar más que solo petróleo y gas, atraer inversión extranjera y manejar bien las importaciones. Meterse con organismos como el FMI o el Banco Mundial, aunque traigan condiciones, podría ser una buena salida y mandar buen mensaje a los mercados. Además, sostener la estabilidad del peso y la economía es súper importante para cuidar el poder de compra.
Otra cosa que el gobierno debe hacer es inspirar confianza y seguridad a los inversionistas, mostrando que respetan contratos y tienen reglas claras. También debe platicarla bien con S&P y otros inversores para entender sus preocupaciones y mostrar que sí hay plan. Y, ojo, tiene que lograr que todos, desde políticos hasta la gente, estén de acuerdo, porque las medidas que ayudan en el largo plazo a veces son difíciles al principio. Explicar bien por qué son necesarias es la clave para que todo fluya.
En el caso de Bolivia, que depende mucho del petróleo y gas, la cosa está más urgente. Hay que diversificar la economía, meter inversión en otros sectores y mejorar la transparencia, especialmente en la deuda con países como China. Eso S&P y el mundo lo están viendo con lupa.
Pero, la neta, hay que recordar que las calificaciones de S&P no son ley divina ni la última palabra. A veces se han equivocado o reaccionado tarde, como con la crisis del 2008. No son infalibles y aunque tienen peso, no hay que andar fatalistas. Con buenas políticas, liderazgo y ganas de cambiar, un país puede darle la vuelta a estas percepciones negativas. Al final, el rumbo económico depende más de lo que hace el propio país y su gente que de una simple letra en un reporte.
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Ojo: Este texto no es consejo financiero ni recomendación para invertir. Cada quien debe investigar antes de mover su lana. También, las inversiones en cripto no están reguladas y pueden no ser para todos; puedes perder todo lo invertido. Y, por cierto, los servicios no aplican para inversionistas en España.
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