¿Dónde están los verdaderos Cypherpunks? ¡Que se denuncien ya!

La onda cripto siempre tuvo ese rollo revolucionario. Nació en 2008 con el paper de Bitcoin, justo cuando la crisis financiera estaba haciendo trizas la vida de la banda y protegiendo a un sistema bancario chueco y corrupto. Bitcoin no era solo un invento tech, era un grito político, una señal de que los chavos estaban listos para retar al sistema con herramientas, no con puro discurso.
Yo, que llevo años en esto, debería estar súper feliz. Hoy las tech descentralizadas ya no son cosa de nerds escondidos. Las fintech ya usan stablecoins, los ETFs de Bitcoin se compran y venden en bolsas tradicionales, y casi todos saben qué es blockchain. De Capitol Hill a Davos, ya nadie se ríe de la cripto.
Pero a pesar de que todo se ve chido por fuera, siento que algo importante se está perdiendo. La esencia de la cripto —los valores cypherpunk que nos trajeron aquí— se está diluyendo, secuestrando y, en algunos casos, traicionando.
El movimiento Cypherpunk cree que la tecnología debe servir para darle la vuelta al poder: sacarlo de manos de gobiernos abusivos y corporaciones gigantes, y dárselo a la banda común. Redes peer-to-peer, cifrado de punta a punta y plataformas anti-censura no son palabras bonitas, son compromisos para mejorar la sociedad.
¿Que Stripe compra startups de cripto? Está bien, pero eso no legitima la industria. Es puro movimiento para que los grandes fintech sigan en la pelea y mejoren su chamba. Que Circle se haga público es un logro corporativo, no una bendición para los principios cripto. Un ETF de Bitcoin puede dar más liquidez, pero no te garantiza que se alineen con la ideología.
Estas empresas no están liderando el movimiento, solo corren detrás porque los chavos nativos de cripto están dejando sus modelos antiguos en la basura.
No confundamos compra con aprobación. Que los empresarios estén interesados en nuestras herramientas no significa que entiendan o respeten por qué existen.
La cripto no se hizo para ser otra herramienta del gobierno. Se supone que es el contrapeso.
Es lógico que la política y regulaciones claras—como la GENIUS Act—parezcan progreso. Apps como Coinbase y Polymarket ya son conocidas. Hasta el sucesor de Biden les echó la mano.
Pero en el camino muchos nos perdimos el rumbo.
¿Un ejemplo que grita? Coinbase patrocinando un desfile militar ligado a Trump.
No es crítica política, es de principios. Coinbase dice que la política es una “distracción” para su misión, pero en la práctica se ha metido en eventos políticos, desde inauguraciones presidenciales hasta contratar a ex del DOGE para ganar puntos políticos.
Brian Armstrong, el CEO, dice: “Si ya sirvió a tu país, ven a ayudar a crear un sistema financiero más eficiente en Coinbase.” Eso es unir la misión cripto con el poder estatal, justo lo que se suponía que no debía pasar.
Sí, Coinbase es empresa pública y tiene que seguir leyes, pero cumplir no es venderse. Patrocinar eventos políticos, juntarse con políticos y ganar billete cerca del poder va contra la ética de la tecnología descentralizada.
Y no es el único caso. Super PACs con lana cripto meten dinero en elecciones; Ripple hace lobby duro en DC; y aún estamos viendo la corrupción brutal de FTX, donde la política y el dinero fueron armas de manipulación.
No estamos en pendiente resbaladiza. Ya estamos cayendo.
Ser cypherpunk no es moda o rollo cool, es compromiso serio. Es crear sistemas que vuelvan obsoleto el poder centralizado, no para negociar con él, sino para que no importe. Es diseñar herramientas que den poder, privacidad y una sociedad más abierta y resistente.
Fundadores, inversionistas e instituciones cripto deben volver a sus raíces. Blockchain no es para copiar lo viejo con un brillo nuevo y salir en desfiles militares politiqueros. Es para cambiar todo de raíz: hacer que la libertad financiera, la privacidad y el acceso abierto sean lo normal, no un lujo.
Sí, hay que dialogar con los reguladores y seguir la ley. Pero eso no es ser sus incondicionales. Hay diferencia entre navegar el sistema y dejar que el sistema te trague. Entre jugar y olvidar por qué te metiste a este juego.
Le debemos al movimiento, y a nosotros mismos, recordar para qué existe la cripto. No para agasajar gobiernos, sino para hacerlos responsables. No para ganar favores políticos, sino para que esos favores no importen. No para crear marcas, sino para crear libertad.
Los verdaderos cypherpunks aún están aquí. Ya es hora de que se escuchen de nuevo.
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