¡Atrapan a la banda que estafó 100 millones con falsas inversiones en criptomonedas en España!

¡Cae la banda en España que usaba criptomonedas para estafas millonarias!

Pues mira, cuando hablamos del futuro del dinero a nivel mundial, no podemos dejar fuera a dos pesos pesados: SWIFT y Ripple. SWIFT es como el viejazo confiable que desde hace años se ha encargado de que los bancos del mundo se entiendan para mover la lana de un lado a otro. No es una plataforma tecnológica de esas de última moda, sino más bien la red de confianza que usan los bancos para decirse “¿a dónde mandamos el billete?”.

Ahora, llega Ripple poniendo las cartas sobre la mesa con su idea de modernizar cómo se hacen los pagos entre países usando tecnología chida y su moneda digital, XRP. Entonces la pregunta es: ¿será Ripple el reemplazo directo de SWIFT o solo un complemento que ayuda a mejorar lo que ya existe?

Primero, hay que entender que SWIFT no mueve plata directamente, sino que manda mensajes seguros y estandarizados entre bancos. El dinero viaja por otras rutas más lentas y caras, y muchas veces se tardan días en hacer los cobros y pagos. Lo que SWIFT tiene de bueno es que todos los bancos grandes del planeta confiamos en él y cumple con el choro regulatorio al cien. Esa confianza es lo que cualquier nuevo sistema debe ganarse.

Por otro lado, Ripple no quiere quitarle el trabajo a SWIFT, sino agilizar cómo se mueve la plata. Su producto estrella, llamado Liquidez a Petición (ODL), usa XRP para hacerlo rápido y barato. En cambio, las transferencias por SWIFT pueden tardarse un chorro por todo el rollo de las cuentas corresponsales y horarios bancarios. Ripple promete que la liquidación casi sea instantánea y que no haya que cargar con montones de reservas en monedas brincando de banco en banco.

Esto ayuda a que los bancos no tengan que tener tantísima lana amarrada en cuentas en varios países, algo que es costoso e ineficiente. Además, las comisiones con Ripple son mucho más bajas comparadas con las que cobran los intermediarios en la banca tradicional.

Ahora, no todo es color de rosa. Ripple tiene que lidiar con los fantasmas regulatorios sobre el estatus de su moneda XRP, algo que ha causado incertidumbre, sobre todo porque los bancos no quieren correr riesgos ni meterse en broncas legales. Además, SWIFT no es solo tecnología, es una organización que pertenece a miles de bancos, lo que le da un poder y estabilidad que difícilmente una sola empresa pueda romper.

Además, SWIFT ya se dio cuenta que necesita ponerse las pilas y por eso lanzó SWIFT gpi, que hace los pagos más rápidos y transparentes desde dentro de la misma red. Por eso, muchos bancos prefieren seguir con lo que conocen y actualizarlo, en vez de adoptar algo nuevo y desconocido.

En la práctica, Ripple y SWIFT no son enemigos, sino más bien aliados que se complementan. Ripple funciona muy bien para ciertos mercados o pagos menos volátiles donde la banca corresponsal falla, mientras que para el dinero que se mueve entre los grandes bancos, SWIFT sigue siendo el estándar.

Así que Ripple es como una herramienta chida que los bancos pueden usar para optimizar algunos pagos, creando así un sistema híbrido: SWIFT para pasar los mensajes y Ripple para mover el dinero rápido y barato cuando conviene.

Claro, la promesa de los activos digitales como XRP emociona a muchos, y ya Ripple tiene sus victorias legales, pero todavía falta demostrar que su modelo funciona bien y es rentable para el mundo real de la banca.

El verdadero reto para Ripple no es solo ser más rápido o barato, sino convencer a los bancos de que vale la pena usar un activo digital que puede ser inestable y arriesgado en lugar de los métodos tradicionales, que aunque lentos, son seguros y conocidos. En resumen, las instituciones financieras tienen que decidir si prefieren la estabilidad segura o aventarse con algo más económico pero con más riesgo.

Así está la cosa de este duelo tecnológico financiero que no es tan duelo, sino más bien un intento de convivir para hacer que el mundo del dinero funcione mejor y más rápido. ¡Ya veremos qué tanto pegan estas movidas!

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