¡Atención! ¿Será Ripple el nuevo SWIFT que está revolucionando las transferencias?
Cuando hablamos del futuro de las finanzas en el mundo, no podemos dejar de mencionar a SWIFT y Ripple. SWIFT es como el mensajero veterano que lleva años diciendo a los bancos dónde enviar la lana entre países. No mueve el dinero, pero sí pasa mensajes súper seguros para coordinar todo el rollo bancario internacional. Es como la red que todos conocen y en la que confían; un estándar que nadie se quiere aventar a romper de la noche a la mañana.
Por otro lado, está Ripple, que llegó con la idea de darle turbo a esos pagos entre fronteras. Usan una tecnología chida llamada blockchain y su cripto XRP para hacer que el dinero cruce rápido y sin tantos rollos. La pregunta del millón es: ¿Ripple vino a echar a SWIFT o solo a darle una manita de gato para hacer las cosas más rápidas y baratas?
Primero, hay que aclarar que SWIFT no es un banco ni maneja la lana, solo envía mensajes que dicen “oye, mueve tal cantidad de aquí a allá”. El mero movimiento del dinero lo hacen los bancos a través de cuentas especiales con otros bancos, y eso a veces tarda un buen y cuesta un ojo de la cara. SWIFT es confiable porque hace rato que todos sus usuarios grandes le dicen sí, y eso no es cosa fácil de cambiar.
Ya Ripple no quiere cambiar el mensajero, sino el chiste de mover la lana en sí. Su onda es que con XRP, la lana puede saltar rápido, sin tener que andar juntando un montón de billete en cuentas guardadas en diferentes países. Esto significa menos tiempo perdido y menos gastos extra. Mientras SWIFT puede tardarse días, Ripple lo hace en segundos.
Eso sí, no todo es color de rosa. Aunque Ripple tiene tecnología de punta, aún le falta ganarse la confianza de los bancos y los reguladores. Las leyes y reglas para mover billetes son bien estrictas, y esos bancos prefieren no arriesgarse con algo tan nuevo y con una cripto que puede subir o bajar de precio rapidísimo. Además, SWIFT no es solo tecnología; es una red enorme que tiene al respaldo a miles de bancos y una estructura que no se cambia fácil.
De hecho, SWIFT ya está haciendo cambios, como su proyecto gpi, que mejora la rapidez y hace todo más transparente, para no quedarse atrás y seguir siendo el bueno en la cancha. Así que más que pelea directa, Ripple y SWIFT se ven como compañeros: uno, el clásico mensajero; el otro, el motor que puede acelerar algunas rutas cuando se necesite.
En resumen, Ripple le ofrece a los bancos una opción para ciertas transacciones, mientras SWIFT sigue siendo el rey para los grandes tratos. La verdadera prueba para Ripple será demostrar que usar su cripto vale la pena, a pesar de toda la volatilidad, y convencer a los bancos de que es una buena apuesta para ahorrar tiempo y lana sin arriesgar seguridad.
Así que bueno, la historia sigue y los que mueven billete están atentos para ver quién se queda con el trono o si al final los dos pueden chambear juntos y mejorar el juegazo.
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