La DeFi “segura” que Vitalik Buterin dice que puede ser el próximo Google Search en Ethereum ¡No creerás por qué!

En muchos países, especialmente los que están lejos de ser superdesarrollados, la economía informal es parte del día a día. Mucha gente se gana la vida fuera de las reglas oficiales, trabajando en lo que podríamos llamar “modo ninja”, sin que nadie los registre ni les dé beneficios. Antes se veía como un problemón que frenaba el progreso, porque el gobierno no recauda impuestos y todo queda un poco al azar. Pero con la llegada de la tecnología, sobre todo lo digital, fintech y criptomonedas, la cosa estira la mano y dice: “¿y si con esto jala para integrar a toda esta raza a la economía formal?”.
La economía informal es de todo un poco: desde el vendedor que vende su taco en la esquina, hasta la campesina que cultiva para su familia, pasando por el que se chinga él solo con su changarro o la artesana que vende sus cositas. No es un problema simple, tiene muchas causas: demasiadas reglas complicadas, caro registrarse oficialmente, sin acceso a crédito ni a servicios financieros, y sin apoyos sociales. Al final, este sector está medio tirado a la buena de dios: sin seguro social, sin contratos formales y sin chance de avanzar con un banco que les eche la mano. Es un círculo vicioso de chamba precaria.
Aunque la banda informal se mueve un buen, les falta tener identidad financiera o historial crediticio, y eso les cierra la puerta a préstamos para crecer o a seguros que los defiendan cuando les pega la mala suerte. No tener acceso a la banca formal los pone en riesgo de caer con los prestamistas informales, esos aguilillas que cobran intereses altísimos y no tienen ni un poco de garantías legales. Aquí es donde la tecnología puede ser la solución, como un puente para conectar el mundo informal con el formal.
Con la revolución digital, las fintech se han puesto las pilas y ofrecen servicios que antes solo tenían los cuentahabientes bancarios. Las billeteras digitales y apps de pago móvil ayudan a la banda informal a cobrar en línea y formar un historial financiero. Esto es clave para que luego puedan sacar microcréditos o seguros chidos. Lo padre de estas apps es que no necesitas ir a un banco de papel, llegan a cualquier barrio, hasta a los pueblos más escondidos.
Por otro lado, el blockchain y las criptomonedas van más allá. Mientras las fintech trabajan con el sistema tradicional, criptos como Bitcoin o Ethereum son una alternativa sin jefes ni bancos. Si no confías en las instituciones o no tienes papeles, con tu celular y una billetera digital puedes hacer pagos y recibir dinero sin intermediarios. Esta libertad atrae un buen a quienes han sido marginados.
Las criptomonedas también facilitan que los migrantes manden lana a su familia sin que se les vayan grandes comisiones o burocracia. Además, al usar cripto estables, que están pegadas al dólar, se evita la locura de la volatilidad y la banda siente menos miedo. El blockchain funciona como un registro transparente que da confianza para que la gente se anime a entrarle.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. La tecnología no lo arregla todo. Mucha gente informal ni tiene smartphone o sabe usar estas apps. Además, en muchos lugares no hay internet o la señal es débil. Tampoco resuelve el meollo del asunto: las reglas engorrosas, los impuestos altos y la falta de apoyo que hacen que la raza prefiera seguir en la informalidad. Si el gobierno solo ve estas tecnologías para rastrear y cobrar sin dar beneficios a cambio, la gente las va a rechazar.
Otro problema chido de las criptomonedas es que no tienen una autoridad que supervise, y eso abre la puerta a fraudes y estafas sin protección para los usuarios. Aunque las monedas estables ayudan, la volatilidad de otras criptos puede hacer que quien tiene poca lana termine perdiendo lo poco que tiene.
El debate se enfoca en qué tecnología funciona más: si fintech o cripto, si billetera digital o pagos sin contacto, pero se está dejando de lado lo más importante: la tecnología es solo una herramienta. Para que funcione, tiene que haber ganas políticas y sociales de integrar y cuidar a la banda informal. A veces la informalidad no es culpa de nadie, la gente la prefiere porque el sistema formal les cobra más de lo que les da a cambio. Si solo usan tecnología para dar más control y reglas sin beneficios, la gente la va a ver como enemiga.
El verdadero reto no es tecnológico, sino social y político. ¿Qué va a ofrecer el sistema formal para que la gente quiera dejar la informalidad? La tecnología puede ayudar, pero la meta es una reforma que haga que lo formal sea algo bueno y chido para todos, no una carga.
¡Órale, a reflexionar!
P.D. Esto no es consejo para invertir, pura info para que estés bien pilas.
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