¡Descubre el secreto del nuevo mapa que está blindando la economía latinoamericana gracias al “nearshoring”!

La globalización, ese rollo que parecía que no paraba, ahora está cambiando de dirección. Por años, las empresas armaban sus productos en un montón de países lejanos para ahorrar lana, algo que llamaron offshoring. Así, varias empresas de países ricos mandaban su producción a Asia para sacar todo más barato.

Pero la cosa está diferente. El mundo aprendió, a golpes, que depender de cadenas de suministro larguísimas es bien arriesgado, sobre todo después de los últimos eventos mundiales. Hoy en día, el “nearshoring” está dando la vuelta al juego, y América Latina está en medio del cambio.

¿Y qué es eso del nearshoring? Pues básicamente es traer la producción a países que están cerquita del mercado final. Para las empresas de Estados Unidos y Canadá, esto significa mover su fábrica a su propio continente, y aquí es donde México, Costa Rica, Colombia y Brasil entran al quite. Tener todo a la vuelta de la esquina no solo baja tiempos y costos, sino que también evita broncas políticas y paros inesperados.

La relación entre América Latina y Estados Unidos ha sido un tira y afloja: a veces nos quieren, a veces no tanto. La cercanía nos ha hecho depender económicamente, lo que ha ayudado a algunos, pero también ha generado cierto enojo y ganas de hacer las cosas por nuestra cuenta. Ahora que Estados Unidos anda más cerrado y proteccionista, América Latina tiene una chance para ponerse las pilas, fortalecer su economía y buscar nuevos socios, aunque esto va a poner a prueba esa relación entre la lana que necesitamos y el deseo de ser independientes.

Pero no es solo cambiar de país las fábricas, es un cambio completo. Hay que meterle a la infraestructura, mejorar carreteras, puertos y energía. También hay que preparar a la gente, no solo con mano de obra barata, sino con skills chidas para la industria moderna.

El nearshoring es una oportunidad chida para que la región no nomás venda materias primas, sino que se vuelva un jugador importante en la manufactura global. Eso podría significar trabajos mejor pagados, más tecnología y un subidón para nuestra economía.

Ya se siente el cambio en las zonas fronterizas y parques industriales: cada vez más empresas prefieren tener a sus socios cerca, porque es más fácil hablar, planear y trabajar juntos cuando estás en la misma zona horaria. Se trata de armar relaciones chidas, no solo de mover cosas de un lugar a otro.

Claro, el camino no es sencillito. Invertir en infraestructura cuesta un buen y necesitas planes a largo plazo. Además, la política, la burocracia y la inseguridad en algunos países espantan a los inversionistas. Para que esto jale bien, los gobiernos tendrán que estar al tiro con la estabilidad y mejorar el ambiente de negocios.

Otro punto importante es que los países de la región deben unir fuerzas. Si se especializan en diferentes etapas de la producción y trabajan en conjunto, pueden crear una economía más fuerte y competitiva. Ya es hora de dejar atrás las broncas del pasado y buscar un bienestar compartido.

Pero ojo, no todo es miel sobre hojuelas. A veces estamos muy emocionados con el nearshoring y podemos pensar que es la panacea, cuando la verdad podría hacer que sigamos dependiendo mucho de un solo socio: Estados Unidos. Si solo le vendemos a él, seguimos atados y vulnerables a lo que pase allá, y no es la idea.

Por eso, la diversificación es básica, no un lujo. Con el proteccionismo de nuestro vecino del norte creciendo, no podemos poner todos los huevos en una sola canasta. Hay que buscar mercados nuevos en Asia, Europa y hasta dentro de nuestra propia región. Esta es la chance para que nuestra economía sea más fuerte y menos dependiente.

El nearshoring nos da la excusa perfecta para seguir construyendo nuestras cadenas de valor y hacer amigos nuevos en el comercio. Es hora de romper el ciclo de dependencia y pensar en un futuro donde la prosperidad sea de todos, sin estar a merced de un solo jugador. Hay que invertir en nuestra gente y recursos para que el crecimiento sea de verdad sólido y justo. Dividir riesgos y explorar más caminos ya no es solo una buena idea, sino la única forma de lograr independencia económica y un futuro chido para todos.

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