Devconnect 2025 aterriza en Buenos Aires: ¡CriptoNoticias no se lo pierde por nada del mundo!

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¿Has escuchado hablar de los “créditos zombi”? Suena a película de terror, pero en el mundo de la lana es bien real y un poco incómodo. Básicamente, son deudas que ya se suponían muertas, como cuando dices “ya ni la pago, se fue al olvido”. El banco o quien prestó la lana ya las dejó tiradas porque no pudieron cobrar, y luego las venden a empresas de cobro por unos pesitos. Aquí es cuando el crédito “resucita” y vuelve a darte lata, usando técnicas medio sucias, y muchas veces ni ganas legales tienen de que pagues, pero te hacen sentir que tienes que hacerlo.

Un ejemplo típico: una deuda de tarjeta de crédito que hace años no pudiste pagar. El banco la da por muerta y la jala con un montón más a una empresa especial que sólo pagó una fracción del total. Esa empresa ahora te quiere cobrar todo, aunque ya haya pasado el tiempo legal para exigirla. Y como uno no sabe bien sus derechos, se acaba pagando algo que ni siquiera estaba obligado a cubrir. Eso demuestra cómo el sistema financiero tradicional puede ser bien opaco y medio tramposo.

Los bancos y toda esa maraña de intermediarios hacen que la información se pierda o se vuelva difícil de entender. Las operaciones son secretas, los contratos enredados, y las ventas de deudas se hacen en la sombra, lo que facilita que estos créditos zombis sigan vivos y dando guerra.

Pero, ojo, porque aparecieron las finanzas descentralizadas, o DeFi para los cuates, que vienen con todo para que esto sea más claro. Basadas en la tecnología blockchain, buscan quitar a los intermediarios para que quien presta y quien pide la lana hagan negocios directos, con contratos inteligentes que cumplen solitos lo que prometen. Así, todo queda registrado y nadie puede esconder deudas ni venderlas en secreto. Suena a que todo sería más justo y transparente.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Pensar que una tecnología va a arreglar todo el desmadre de deudas y cobros es ser muy ilusos. Las broncas entre quien presta y quien paga no son cosa de dos clics; son complicadas y tienen mucha historia. A veces, tratar de cambiar todo de golpe trae peores problemas, más parecidos a una pesadilla que a un sueño tecnológico.

Además, el código, por más chido que esté, puede tener errores que provoquen tremendo culebrón. Y si no hay intermediarios, ¿quién va a calmar riñas o arreglar broncas cuando algo salga mal? En la vida real las cosas no siempre siguen reglas fijas, y se necesitan pizcas de humanidad para meter orden.

Quizá la idea no es tirar todo el sistema al bote de la basura, sino mejorarlo poco a poco. Usar la tecnología para que los préstamos sean más justos y claros, pero sin perder la regulación y el toque humano que tampoco se debe olvidar. Lo más probable es que aprendamos a mezclar lo mejor de los dos mundos y así avanzar sin chocar contra pared.

Aquí hay otro detalle que casi nadie piensa: tanta transparencia puede ser un riesgo para la privacidad. Si cada préstamo, cada pago y cada bronca financiera queda a la vista de todos, la gente podría sentirse bien expuesta y hasta rechazada. La banca tradicional, aunque a veces lenta y opaca, protegía medio la privacidad del deudor. En cambio, con todo público, los errores financieros serían como tatuajes que nadie podría borrar, haciendo que las malas rachas financieras sean algo que todos juzguen sin piedad.

Las revoluciones que prometen paraísos generalmente terminan en rollos complicados. La relación entre quien presta y quien paga es bien intrincada y lleva siglos de evolución. No se va a arreglar solo con un par de líneas de código. Las soluciones verdaderas van poquito a poquito, mejorando lo que hay en vez de querer cambiarlo todo de golpe. Solo así podemos sacar provecho de todo este rollo tecnológico para tener un futuro financiero más justo y sin tanto drama, sin caer en promesas locas.

Así que ya sabes, la tecnología ayuda, pero no es magia. Y antes de aventarte a invertir o tomar préstamos, mejor infórmate bien para no caer en líos zombi. ¡Cuida tu lana y tu reputación!

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