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Ben Goertzel, CEO de Artificial Superintelligence (ASI) Alliance y fundador de SingularityNET
Para cuando salió en 2013 el libro “Superinteligencia” de Nick Bostrom, todos se pusieron como en una película de Terminator, con miedo de que la inteligencia artificial general (AGI) fuera a acabar con todo el mundo. Hoy en día, ese miedo se ha transformado: ya no tanto “nos van a matar”, sino “la IA nos va a quitar el chamba y vamos a quedarnos sin empleo”.
Esto tiene su lado chido y su lado medio feo. Lo bueno es que ya no estamos tan clavados en distopías de cine y empezamos a entender que la historia es más complicada; pero lo preocupante es que el golpe económico que viene sí va a estar cabrón. Podemos llegar a un mundo chido, donde todo alcance para todos, pero la transición puede ser un desmadre si no la manejamos con cabeza.
La automatización ya le está entrando al trabajo mental
El rollo de la IA quitándonos la chamba está más enredado de lo que muchos creían. Aunque todavía no andamos con robots como Rosie la de Los Supersónicos ni coches que se manejen solos al 100% (Sorry, Elon), la IA ya está cambiando chambas que creíamos solo humanas, como escribir reportes o hacer diseño gráfico, a un ritmo que ni nos damos cuenta. La IA ahora puede hacer cosas de entrada de datos, atención a clientes, crear contenido, analizar finanzas, revisar documentos legales y hasta moderar publicaciones en redes, cada vez mejor.
Lo loco es que la IA ya no solo hace trabajos de repetir y ser robot, también está haciendo cosas que requieren pensar, entender patrones y hasta ser creativa. Ya hasta mandos medios pueden ser reemplazados por IA que revisa números, asigna tareas y organiza el trabajo mejor que muchos humanos. Las oficinas y burocracias llevan años haciendo que los trabajos sean súper predecibles, y eso las hace el blanco perfecto para la IA.
El trabajo después de la Singularidad
Que no te asuste que no tengamos que chambear para sobrevivir; no es un error, ¡es la idea! Hay un chorro de cosas chidas para hacer en la vida que no sea andar vendiendo horas para el jefazo. Imagina un mundo post-Singularidad donde el trabajo sea un rollo agradable, más cooperativo y menos burocrático, y donde la IA se haga cargo de las cosas aburridas. Sería como echar paro juntos en proyectos que realmente nos importan.
Pero ojo, la transición sí puede ser dura
No es como cambiar de level en un videojuego. Muchos ya nos pidieron aguantar broncas con la promesa de un futuro mejor, pero esta vez la revolución de la AGI tiene que ser diferente. Aunque la abundancia total suene bien, la economía aún tarda en ajustarse. Si la IA empieza a quitar empleos y nuestros sistemas no están listos para darle chamba y sustento a todos, la gente la va a pasar muy mal, no solo por la lana, sino por ese rollo humano de buscar sentido y propósito.
Ya vimos esto antes: cuando las máquinas quitaron trabajos pesados, la gente celebró. Pero ahora la IA está quitando trabajos que también nos gustan, en periodismo, arte, programación, ciencia… y está pasando súper rápido, con un golpe más fuerte.
La IA puede ser parte de la solución
Algo que muchos olvidan es que la AGI puede ayudarnos a lidiar con ese cambio. Estos sistemas pueden analizar un montón de datos sobre empleos, población, educación y economía, y también entender las habilidades y sueños de las personas. Pueden predecir dónde faltan trabajadores y dónde sobran, ayudándonos a encontrar oportunidades y capacitar mejor a la gente.
Ya no basta con decir “aprende a programar” y ya, la IA puede dar consejos personalizados para que cada quien encuentre lo que realmente le encaja y necesita. Si falta gente para cuidar ancianos en tu zona y hay paro, la IA puede conectar a la gente con ese trabajo y prepararles para eso. No solo es buscar chambas del futuro, sino ayudar a encontrar mejores trabajos ya.
Trabajos que cambian, no que desaparecen
No todos los trabajos se van a acabar, mucho van a cambiar. En la salud, por ejemplo, no hay suficientes doctores ni enfermeros, pero la IA puede ser su mejor aliada, echando datos y análisis para que ellos se enfoquen en lo humano, en cuidar y hablar con los pacientes.
La elección está en nuestras manos
El reto de organizarnos es gigante: no se puede planear todo desde arriba ni dejar que el caos del mercado lo arregle solo. Tenemos que crear sistemas donde la gente participe, donde se aproveche toda nuestra creatividad para que esta transición no sea un desastre económico. Eso significa redes de apoyo para quien pierda la chamba, garantizar lo básico para todos y tener acceso a las herramientas de IA que van a cambiar todo.
Lo que nos jugamos no es solo la lana, es cómo será la Singularidad misma. Si integramos la IA pensando en la gente y no solo en ser más eficientes, el futuro puede ser bueno. La AGI debe entender que los humanos necesitamos sentirnos útiles y encontrar sentido en lo que hacemos.
Las decisiones que tomemos sobre cómo usamos la IA definirán el futuro del trabajo, la sociedad y hasta el “cerebro global” que seremos. Yo sigo creyendo que sí podemos hacerlo bien, si tenemos cabeza, corazón y pensamos en el largo plazo.
Este texto es solo para informar, no es consejo legal ni financiero. Las ideas aquí expresadas son del autor y no representan necesariamente las de Cointelegraph.
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