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Opinión de Zac Cheah, cofundador de Pundi AI
Mientras occidente se enreda en un chorro de reglas y burocracia, Singapur y el sudeste asiático están jugando en otra liga. Mientras en Europa y Estados Unidos los políticos se atascan armando comités y papeleos, allá andan probando la IA en hospitales, mejorando las licencias para criptomonedas con reglas bien enfocadas y jalando a los chavos más talentosos con una forma chida de gobernar.
La clave de Singapur es simple: no le tienen miedo a la innovación, la ven como una oportunidad y la prueban poco a poco en un “sandbox” (como un espacio seguro para jugar y aprender), en vez de quedarse en puro rollo teórico por años.
El fracaso de andar pensando mucho
La Ley de IA en Europa es un ejemplo claro de cómo no hacer las cosas. Tras años de peleas, sacaron una ley súper complicada y difícil para las empresas, con un proceso que se implementa poco a poco. Esto hizo que sectores súper importantes como la salud y las finanzas se quedaran atorados porque no tienen claro qué está permitido.
En Estados Unidos no la libran tampoco; en 2024 más de 40 estados propusieron leyes sobre IA, pero sin un plan nacional que unifique todo. Esto causa un desmadre: lo que puedes hacer en California, en Texas está prohibido. El problema de fondo es que tanto europeos como gringos creen que hay que eliminar todos los posibles riesgos antes de dejar que la innovación avance, y pues eso no funciona.
Mientras allá discuten sin parar, Singapur está avanzando a toda velocidad, implementando sistemas de IA, atrayendo talento y creando ventajas que ya nadie les va a quitar.
El “sandbox” que le atina a Singapur
Singapur decidió no ser de esos que primero ponen mil reglas y luego ven qué pasa. En lugar de eso, dejaron que la gente experimente en la vida real, pero en un ambiente controlado y seguro.
Cuando en 2024 muchas empresas de criptomonedas se rajaron de occidente por toda la incertidumbre, Singapur aumentó a lo bestia el número de licencias que daba para estos negocios. Pero no fue nada sencillo: en junio de 2025 la autoridad que regula esto allí puso un ultimátum a las empresas de cripto que solo hacían negocio con clientes extranjeros desde Singapur sin la supervisión adecuada. Era o se ponían las pilas con la ley o se bajaban del barco.
Muchas empresas optaron por irse, dejando claro que solo usaban Singapur como fachada, no como su base de verdad.
Esta jugada mostró que Singapur sabe bien qué hacer: primero puso orden, autorizó a 19 jugadores confiables en su ecosistema de criptos, y luego sacó a los que solo querían sacar ventaja. El resultado es un ambiente más chido para hacer negocios, con reglas claras y gente seria, mientras que otros siguen en caos total.
Los críticos dicen que es un experimento, pero en realidad es un enfoque bien pensado: límites claros, monitoreo en tiempo real, redes de seguridad instantáneas. No es que estén dejando todo libre, sino que su gobierno es ágil y aprende rápido de lo que pasa en la realidad.
¿Qué gana con todo esto?
Pues que Singapur ahora es la capital de la IA en el sudeste asiático, atrayendo dinero de inversionistas, investigadores padres y startups con políticas de visa bien chidas, buen financiamiento y alianzas con la industria. Su sandbox no es solo un experimento, es una ventaja nacional que los hace competir de tú a tú y ganar.
Occidente va lento y se está quedando atrás
Aunque ya han empezado a despertar, Europa y Estados Unidos van con pasos lentísimos. Para mediados de 2025, el Reino Unido apenas tiene unos cuantos programas en prueba. En Estados Unidos, las normas federales tardan años en hacerlas, con un montón de comentarios y revisiones que solo frenan todo. Mientras tanto, los estados están creando leyes por su cuenta, sin coordinación, y el desmadre crece.
La verdad es que este retraso duele en la economía. Se estima que para 2030 la IA pueda aportar como 23 billones de dólares al PIB mundial, pero quien sea rápido y tenga reglas flexibles va a agarrar la mejor parte. Los demás van a quedarse viendo.
El tiempo ya está corriendo
El mensaje es clarísimo: Singapur ya tomó cartas en el asunto, poniendo orden, peleando contra los que intentan hacer trampa con las reglas y desplegando IA en momentos clave. La regulación de las criptos en 2025 no fue para meter miedo, sino para perfeccionar un ecosistema que en occidente ni sueñan con tener.
Aquí la cosa es quién regula rápido y bien, y eso seguro se va a volver una ventaja enorme.
Occidente tiene meses, no años, para dejar de estar atorado en debates y empezar a actuar con evidencia real. La carrera por la IA se está poniendo candente, y así como tienen centros financieros, pronto veremos quién lidera en centros de IA con talento, políticas y acceso chidos.
Opinión de Zac Cheah, cofundador de Pundi AI.
Este texto es solo para informar, no es consejo legal ni de inversión. Las ideas aquí expresadas son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la opinión de Cointelegraph.
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